#Mes09.Informe mensual: Comeback Revealed at Last
Actualización a septiembre del registro de escuchas mensuales
Lo primero de todo y antes de empezar:
Lo que está pasando en Gaza es un genocidio, y el Estado de Israel es el único responsable. Ojalá, algún día, se les juzgue en esta vida y no en ninguna otra. A ellos, los integrantes del poder político israelí, y a todos y cada uno de los miserables que se atreven a ser tibios o, peor, a apoyarlo en la forma que sea. No es el caso de tinkernet como espacio ni de mí mismo como persona. Por tanto, rechazo sin reservas lo que está ocurriendo. El exterminio sistemático de una población indefensa jamás debería ser motivo de opinión o discusión. Nunca el exterminio es tolerable, y nunca nadie tiene razón para exterminar.
Dicho esto, han pasado muchos días desde la última vez que pasé por aquí, y siento que ha cambiado un poco el paradigma desde el que pienso este espacio. Por esta razón, he tomado la decisión de centrar un poco el foco. A partir de ahora, empezando con este post, publicaré y actualizaré una lista que irá creciendo y menguando a medida que escuche y me posicione en relación con los discos que son novedades. La idea que subyace es que, al final del año, tendremos una lista confeccionada a lo largo de los 12 meses del año que represente los discos que más me han gustado o llamado la atención. De esta forma, mantendré el hilo de las cosas que voy escuchando de una forma clara y precisa. Este formato me interesa porque me va a permitir reflejar la variable tiempo, que normalmente se queda un poco fuera de foco por el flujo de novedades. Así, aquellos discos que, por lo que sea, han conseguido hacerse un hueco en mis sesiones podrán ser recuperados con el paso de los meses y, creo, reflejaré de una forma mucho más precisa mis predilecciones, que cambian y evolucionan a medida que escucho más y más cosas. Además, creo que la experiencia ha demostrado que es mejor separar las novedades de lo que no es novedad.
La introducción de este cambio me permite liberar un poco del tiempo y del esfuerzo que me reclama tinkernet para integrar definitivamente una nueva sección que llevo queriendo introducir desde el principio y que, en el fondo, se encuentra en la base de la creación de esta newsletter: el análisis de discos en profundidad, de una forma integral. Al menos, lo que yo, como sociólogo, entiendo como integral. He terminado de darle forma a esta idea gracias a una conversación que surgió el otro día en el Discord de
a propósito de la controvertida (y algo ridícula) lista que ha convertido en libro un famoso instagramer con los 50 discos que supuestamente cambiarán tu vida. El caso es que a mí, personalmente, me parece bastante atrevido eso de querer cambiarle la vida a nadie, y no creo demasiado en esa idea de un canon único y universal, pero sí que creo que compartir es cuidar. Por otro lado, también estoy un poco cansado de las listas que repiten una y otra vez el mismo disco sin aportar absolutamente nada y sin ningún tipo de sentido real. Así que, ni corto ni perezoso, me he liado la manta a la cabeza y he tomado la decisión de construir mi propia lista de los 50 discos que han transformado mi manera de entender las cosas, y pretendo regalarla semana a semana, en domingo, a partir del día 21 de septiembre.No hay reglas para la confección de la lista, más allá de ser discos que realmente me han cambiado la vida (a mí) y que tienen cierta relevancia general. No me voy a poner a hablar de las muchas veces que me puse el Algazara de Reincidentes o el Deltoya de Extremoduro en mis tiernos 14, no porque no fuesen significativos, que lo son, sino porque los hallazgos de lo que me aportaron aquellas escuchas están condensados en obras como Marquee Moon, Fun House o Rockets to Russia, cuya reseña me parece bastante más interesante a nivel general. Es importante mencionar que no pretendo establecer canon alguno, ni tampoco discutirlo; para este último ejercicio tenemos la excelente sección de Todo en su lugar correcto, que publica
todas las semanas en y que es un verdadero deleite para los sentidos. El objetivo último de este ejercicio pasa por confeccionar una lista construida a base de una serie de recomendaciones que reúna cualidades que yo aprecio en la crítica y la prescripción musical, como es que sean personales, sinceras, ponderadas, tengan una razón de ser y, aunque sea el fucking London Calling de nuevo, su inclusión aporte algo a todo el conjunto. NO tienes que escucharlos antes de morir, no te van a cambiar la vida, muchos ni siquiera te van a gustar. Tan solo son discos que me gustan y esto es una excusa para hablar de ellos en compañia.Por razones obvias, no pienso acompañar este ejercicio con ninguna playlist y no va a haber disponible ningún QR a ninguna lista en Spotify. Quien quiera escuchar los discos de los que hablo, que se los compre. Spotify, además de todo lo horrible que es para los artistas (que ya debería remover conciencias), fundador que especula y comercia con armas y, desde aquí, lo condeno de forma tan enérgica como rotunda. Es más, aprovecho este desvío para expresar mi apoyo a las iniciativas de grupos como Godspeed You! Black Emperor, quienes salieron de Spotify (y ya que estaban, de todo el streaming), King Gizzard and the Lizard Wizard, que no solo se han salido, también han puesto toda su discografía en NYP en Bandcamp, o de Hotline TNT, que han seguido el mismo camino. Esta es la senda que hay que seguir, y nosotros y nosotras tenemos la llave y el dinero capaz de hacer que sus propuestas sigan siendo viables. Sin nuestro compromiso con aquello que nos gusta y con aquello que queremos, solo somos cómplices de cosas como lo de Israel en Gaza. Decía Joan Fuster que toda política que no hagamos por nosotros y nosotras (este lo añado yo) mismas, la harán contra nosotras. Cada disco que compramos en Bandcamp o en Oldies, o en la tienda de discos del barrio, es un acto eminentemente político. No lo perdamos de vista y no nos dejemos llevar por la performance.
Aclaradas todas estas cuestiones que, a mi juicio, eran imprescindibles, esta vez voy a ir directo al tema. Desde que publiqué el último post, han salido muchísimos discos. Lo de este 2025 está siendo una apisonadora de novedades de lo más impresionantes. No obstante, no todos están siendo excelentes. Es el caso, por ejemplo, del disco de shame, que a mi juicio apunta un poco en demasiadas direcciones, como ya ocurría en Food for Worms, pero han perdido demasiado filo en estos dos años. Una verdadera lástima, porque tenía muchas ganas de volver a engancharme con ellos como lo hizo Six-Pack o Adderall. En fin, a ver qué viene luego. Tampoco me ha gustado nada el disco de Ethel Cain que, a pesar de tener un principio excelente, cierra con unos larguísimos e innecesarios minutos de ruidos que, a mi juicio, no le aportan nada al conjunto y hacen que no me apetezca nada escucharlo. En esta misma liga encontramos el disco de The Armed, que para mí marca la despedida definitiva entre nosotros. Ni una sola de las decisiones que afloran en este álbum me parece apetecible. Sencillamente, no me ha gustado nada de nada. También el disco de The Hives, aunque, a diferencia de los otros, en un primer momento me pareció muy divertido. Una pena que solo fuera esa primera impresión. Por último, y cerrando esta sección, está el disco de The Beths, que me consta que es apreciadísimo, pero sencillamente no por mí. Nada en ese disco es para mí. Por cierto, no me he olvidado del disco de Cory Hanson, tan solo quería que lo pareciese.
Por otro lado, los hay que, gustándome bastante, poco a poco han ido perdiendo interés y no he experimentado ninguna necesidad de volver a escucharlos. De la lista que hice en el post anterior, destacan el de Pup y el de Horsegirl. Actualmente, incluso los he quitado de mi biblioteca y de la lista que tengo en Record Club, y no creo que aparezcan en la lista del final de año. Ambos son muy buenos discos, no tengo ninguna duda al respecto, pero sencillamente me he cansado de lo que tenían para ofrecerme. Creo que son discos un poco demasiado planos y con los que me ha resultado muy complicado encontrar un punto al que asirme. Es lo mismo que me ocurre con los discos de Clipse y de MacKinley Dixon; el primero es un trallazo monumental y el segundo tiene un sonido que es, a la vez, agradable y desafiante. Son dos discos excelentes, pero a la hora de pensar en el año, sencillamente nunca me acuerdo de ellos. Mismo caso con el disco de Superchunk, que banda, qué carrerón y qué conciertazo el que dieron en 2024 en la 16 Toneladas, pero este año no hemos conectado. Por último, están Suede y Big Thief, que publicaron disco esta última semana y a los que he estado prestando bastante atención. Me gustan bastante ambos discos, pero sé que, con el paso de los meses, dejaré de pensar en ellos. Especialmente en el segundo, cuya propuesta se me antoja un poco menos significativa de lo que fue el disco en solitario de Lenker que, el año pasado, ocupó muchas de mis sesiones, hasta aprender que se dice Adrianne y no Adrienne.
Ahora, sin más a la lista de los discos que si, que viene bien cargadita. Es la ultima lista monstruosa, a partir de ahora serán más cortas y limitadas al mes de turno.
Forever Howlong - Black Country, New Road (2025)
Una tarde, haciendo pruebas con un software de música (Audirvana, cuando termine de arreglar esto lo contaré porque es muy interesante), me lo puse. ¿Por qué? No lo sé. El caso es que estaba escuchando Forever Howlong con mis nuevos Philips Fidelio con una atención total y absoluta. Solo el espacio infinito del No Man's Sky, el nuevo Black Country, New Road y yo y, de repente, algo hizo click. Entré, de lleno y sin reservas, en lo que me estaban contando y me cautivaron. Incluso, por momentos, llegué a identificar partes de aquello que tanto me gustaba en los BCNR originales y el disco me pareció verdaderamente bueno. Pasado ese momento mágico, el disco me sigue pareciendo bueno, aunque quizá no tanto. Se me ha pasado un poco la sobrerreacción, pero el disco merece ser recuperado y puesto en su lugar correcto.
La propuesta retuerce un poco lo que ya habían hecho con los dos anteriores, para mí dos de los mejores discos de la última década, y deja de expresarme con ese post rock de raigambre Slint para abrazar unas líneas folk de lo más sugerente. Además, folk inglés, lo que ayuda a construir paisajes inquietantes, utilizando atmósferas diferentes y completamente fuera del registro tan claramente masculino de los primeros trabajos, atravesados por la personalidad de Isaac Wood. En definitiva, se puede decir que han transicionado de banda de post rock a una especie de pop barroco y de cámara, con un éxito más que notable y todo, sin perder parte de lo que los hacía únicos. Ya no suenan igual, no. Pero puede ser que lleguen a sonar mejor de lo que sonarían de no haberse ido Isaac. Las cosas, como son.
Fairyland Codex -Tropical Fuck Storm (2025)
Un día pregunté en el Discord de
: ¿A qué suena Tropical Fuck Storm? y la respuesta fue: a gloria. Pues bien, es la mejor definición que se me ocurre para este disco que lo condensa todo y todo bien. Tropical Fuck Storm son australianos, eso ya imprime un carácter especial, se juntan habitualmente con otros que también tienen disco en esta lista, King Gizzard and The Lizard Wizard, participando, por ejemplo, en las sesiones de Omnium Gatherum y, además, vienen de otras bandas como son The Drones o High Tension, ambas bandas australianas con más o menos éxito. Así que no estamos hablando de unos recién llegados y eso se nota en su propuesta.El sonido de Tropical Fuck Storm recuerda a las grandes bandas del art punk, la sombra de los Talking Heads más experimentales es tremendamente alargada. De esta forma, en Fairyland hay un poco de todo. Encontramos una fuerte querencia noise rock, una clara presencia post-punk que por momentos desborda incluso en algo parecido al gothic de bandas como Joy Division y, ya que están, le ponen un poco de algo parecido al funk, para luego pasarlo todo por un tamiz, cuyo resultado no deja de ser todo esto distorsionado y mezclado en un equilibrio imposible. Y, aun así, es absolutamente disfrutable, carismático y atractivo. Para mí, una de las grandes sorpresas del año y una que, además, no me cansaré de recomendar. Tremenda gloria la de Tropical Fuck Storm.
The Boat Outside Your Window - Thalia Zedek Band (2025)
Este lo saco de la tier de
, pero ella es una tremenda veterana de la escena de Washington DC. No en vano, es la cabeza pensante de la banda Come, cuyo disco Near Life Experience, de 1996, es una obra maestra altamente recomendable y claramente indiscutible. Sin embargo, el año 96 queda ya lejos, y este The Boat Outside Your Window ya no se caracteriza por ese vigor y ese sonido que por momentos recuerda a un disco que Nirvana nunca llegó a grabar. Más bien al contrario, abraza cierto taciturnismo más propio de la carrera de Lanegan en solitario.Ahora bien, que no nos lleve a engaño, Thalia se basta y se sobra para llenar todos y cada uno de los aspectos de este disco y convertirlo en una obra tan singular como atractiva. En este sentido, destaca por su fuerte carácter emocional y por su singular e inconfundible voz. Hay muchas cosas destacables en el disco, pero creo que lo que verdaderamente me ha enganchado es precisamente esto: esa voz desgarrada y perfectamente controlada, capaz de transmitir tanta verdad y armar un relato en el que el dolor y la esperanza conviven en un delicado equilibrio de intensidad. Este es un disco pequeño, como lo era el de Dax Riggs, de una artista cuyos mejores años pasaron hace mucho tiempo, pero que, inconfundiblemente, sigue teniendo mucho que decir y, la verdad, merece todos y cada uno de los minutos que le dediques.
Caroline 2 - Caroline (2025)
Caroline sacaron, en el año 22, su disco homónimo y es uno de los discos que más me gustaron, junto con el Ants From Up There, New Road. Lo recuerdo con mucho cariño, además, porque fueron muchas las noches que me acompañaron mientras acunaba y me ocupaba de mi hijo recién nacido, y eso es algo que une mucho. El caso es que nunca más volví a saber de ellos hasta este 2025, y la espera, la verdad, es que se me ha hecho larga. Me gustan muchísimo, a pesar de que, en lo personal, estoy en una etapa en la que me alejo un poco de estos sonidos y, en particular, del post rock, de los que son claros deudores.
En este sentido, este disco representa una evolución bastante significativa y lo aleja un poco de las coordenadas en las que se situaba el anterior, sin abandonar del todo aquello que los hace claramente identificables. Para este segundo disco, por ejemplo, han optado por utilizar una serie de arreglos que incorporan una instrumentación mucho más rica, recurriendo a cuerdas, metales y sintes que generan toda una serie de paisajes que son tan expansivos como novedosos. Con todo, este disco resulta verdaderamente significativo, en la medida en la que desafía las convenciones clásicas del post-rock, superando los paradigmas que lo componen, a la vez que entreteje un discurso claro y coherente.
Aunque cuesta hacerse a él un poco más que con el anterior, este disco es una obra verdaderamente destacable y pone en el foco a esta banda inglesa que, espero, nos depare muchos discos con este nivel de excelencia.
Self Titled - Kae Tempest (2025)
De Kae, me gustan hasta los andares. Me permito esta frase porque es tan cierta como que siento una admiración sincera por elle. Recuerdo, con claridad pasmosa, la primera vez que escuché el excelente Let Them Eat Chaos que, además, fue el primer vinilo de algo parecido al Spoken Word que me compré. Lo he recorrido miles de veces, me he leído el poema otras tantas, lo introduje en la Unidad Didáctica que me sirvió para consolidarme en la bolsa de Educación Secundaria de Historia y fue uno de los discos que más me acompañaron durante los oscuros meses del confinamiento y alguno más después. Todo esto, para decir que cualquier cosa que haga cuenta con mi interés. Bueno, cualquiera menos el que hizo con Rubin. No así el anterior a este The Line is a Curve, que en un primer momento no me gustó mucho, pero que, con el paso del tiempo, me parece un discazo. Algo peor que este, pero discazo en cualquier caso.
Self Titled se siente libre de ataduras y redobla la apuesta por el hip hop. Se trata de un disco personal y potente, en el que explora de una forma profunda y sin remilgos su propia identidad y las experiencias vitales que le han llevado a su actual lugar, a través de una propuesta que cabalga entre el hip hop británico más incisivo, la electrónica y unas letras poéticas, preciosistas y emocionalmente complejas, marca de la casa. En lo personal me gusta mucho cómo recorre temas sociales y políticos actuales como son la pobreza, la adicción o la identidad trans, con una sinceridad cruda, combinando momentos de desgarradora vulnerabilidad con destellos de alegría y esperanza. En resumen, Self Titled es un disco tan valiente como contundente. Para mí, su mejor disco después de Let Them. Además, llevamos el mismo corte de pelo, no puede ser casualidad.
Possesion - Ty Segall (2025)
Llevo escuchando el disco de Ty Segall, regularmente, todos los años y, desde aquel lejano Manipulator en el 2014, el Slaughterhouse o los discos que hizo con Fuzz, no había sentido una conexión transcendental con ninguno. Sin embargo, con Possession ha ocurrido y, por fin, un disco de Ty ha conseguido interesarme y vaya si lo ha hecho. No obstante, no fue un idilio instantáneo y tuve que insistir varias veces antes de encontrarle la gracia. Las primeras veces me pareció un tostón. Menos mal que tengo como norma insistir, porque me habría perdido uno de los mejores discos de este 2025.
Y es que Possession es un disco algo diferente, también en la carrera de Ty. Diferente en la medida en la que recurre a una orquestación mucho más variada de lo que suele ser habitual y abandona un poco su omnipresente guitarra, alejándose del garage y del fuzz. A bote pronto, esto implicó un gran distanciamiento por mi parte, especialmente porque sentí que estaba entregándose a lo que pretendía ser Three Bells, pero estaba equivocado. Possession destaca por contar con una gran instrumentación y abrazar un sonido más melódico, lo que lo convierte en una experiencia bastante placentera, más si tenemos en cuenta que destaca por contar con un discurso claro y un concepto tan interesante como atractivo, que ha sido coescrito con el cineasta Matt Yoka y que hunde sus raíces, nunca mejor dicho, en el rock de los 60 y los 70. Con todo, es sin ningún género de duda uno de los mejores discos de Ty.
Phantom Island - King Gizzard and The Lizard Wizard (2025)
Quiero muchísimo a King Gizzard and The Lizard Wizard porque son putos amos indiscutibles. Porque es gente consecuente y porque entienden la música de una manera tan especial que les permite hacer cosas increíbles, ser siempre originales y, casi siempre, inspirados. A veces, se pasan con la broma, ahí queda Omnium Gatherum, que en realidad son dos en uno y cada uno de ellos sería mejor sin el otro; a veces sacan discos directamente malos como Flight b741 o discos insulsos como The Silver Cord (aunque mejora mucho en su versión extendida), pero, cuando todo brilla, son inigualables. Algunos de sus mejores discos me son tan queridos que he removido cielo y tierra para poder comprarlos y lo volvería a hacer millones de veces. Todo para decir que un disco de King Gizzard and The Lizard Wizard es, siempre, motivo de alegría y celebración.
No obstante, a Phantom Island le costó un poco convencerme. Venía un poco cabreado del anterior y, a bote pronto, no me apetecía mucho el rollo KGLZ (de Led Zeppelin). Sin embargo, a medida que fueron pasando las semanas, me di cuenta de que lo había entendido todo mal. Todo, todo. El disco, en realidad, hunde sus raíces en el rock clásico, sí, pero es mucho más que eso. En este sentido, es una obra ambiciosa donde se ponen a experimentar en el terreno de lo orquestal, incorporando arreglos de cuerdas, metales y maderas sobre la base de southern rock y rock progresivo que ya habían ensayado, con bastante menos acierto, en Flight. Le pesa, para mí gusto, que algunas de las piezas son deslavazadas y se sienten un poco dispersas entre todos los elementos que las componen. Pero lo más interesante de un disco de King Gizzard nunca es el final, siempre es el camino que se anda hasta hacerse con él. No está en el top de mis discos favoritos de KGLW, pero sí que lo considero a la altura de esa obra mayúscula que es Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava. Como curiosidad, me he descubierto a mí mismo volviendo a él una y otra vez.
If Your Mirror Breaks - The Ex (2025)
Un nuevo disco de una banda como The Ex es, siempre, motivo de celebración. Única en su especie, siempre haciendo lo que les ha dado la gana, siempre desde la mayor de las independencias y siempre comprometidos tanto a nivel político como con el punk, The Ex han sabido construir una trayectoria impecable, variada y digna de atención. Algunos de sus discos, en especial los que se sitúan en la época de la colaboración con Steve Albini, como Turn y Starters Alternators, son obras muy destacables, pero tienen verdaderas joyas en su discografía, que siempre es interesante y, sobre todo, desafiante. The Ex nunca decepcionan.
Este nuevo disco no es una excepción. A nivel de sonido es un disco enérgico, inquieto y, como siempre, experimental. En este sentido, es capaz de canalizar ese característico espíritu tan aventurero como punk que les caracteriza, combinado con esas guitarras cortantes heredadas de la época de Albini, esos ritmos tribales que incorporan luego en discos como el que tienen con Getatchew Mekuria y letras cargadas de un gran contenido social. Vamos, sello de calidad The Ex. Con todo, no es un disco sencillo y cuesta un poco entrar, si no estás acostumbrado a lo que es la banda. Por tanto, requiere atención y tiempo, pero al final del proceso, hay premio. Cuento los días para verlos en la 16 Toneladas, por primera vez, desde hace casi 20 años.
Private Music - Deftones (2025)
Quién me iba a decir que, en el año 2025, estaría hablando de Deftones y, sin embargo, aquí estoy. Personalmente, llegué muy tarde al nu metal a pesar de que es lo que me tocaba por generación, y llegué aún más tarde al gothic de bandas como The Cure. Por lo que, cuando salió el White Pony, se me hizo un poco bola y así ha sido durante los últimos 25 años. Cada nueva cosa de Deftones ha merecido mi atención, claro, y todas han terminado descartadas sin remedio. Bueno, siendo sincero, todas, todas, no. A decir verdad, Ohms en 2020 ya consiguió dejar algo de poso. Pero no ha sido hasta Private Music cuando de verdad todo ha encajado.
Yo creo que en mi enamoramiento con este disco subyacen tres elementos que son fundamentales y que no podrían funcionar sin ninguna de las partes. En primer lugar, el año pasado dediqué muchísimas horas a escucharme la discografía de The Cure y aprendí a amarla como se merece, esfuerzo que tuvo un broche de oro con la publicación del excelente Songs of a Lost World; a esto hay que añadir la madurez que he adquirido yo y la de la banda, que ha refinado su sonido a unos niveles casi estratosféricos y, por último, que controlo y manejo todo el resto de influencias que hay presentes, especialmente todo lo referente al post-rock y el shoegaze. Todos estos aspectos hacen que Private Music suene a un disco de Deftones, sí, pero un disco que me habla a mí, como no lo había hecho ninguno de todos los anteriores. De todas maneras, que mis reservas no lleven a nadie a engaño, Deftones es uno de esos grupos cuyo carisma y saber hacer están fuera de toda discusión. Siempre son solventes y siempre hacen buenos discos. Sencillamente, para mí, Private Music está un paso más allá de ser solo un buen disco.
Abomination Revealed at Last - Osees (2025)
La picadura de la cobra de la psicodelia, el garage y el fuzz ha ido poco a poco royendo mi cerebro. Desde aquella dupla, en 2022, que representaron Nonagon Infinity y Carrion Crawler, cada nuevo año he ido adentrándome más y más en el mundo del garage punk y el fuzz. Este año ya ha sido sin reserva ninguna y paso muchas tardes estudiando y trabajando, mientras suenan bandas como Sonics, Fuzztones, Fleshtones, Cynics y, como no, Osees. La banda de Dwyer es, y será siempre, una de mis preferidas, sobre todo porque suya es mi puerta de entrada a este mundo de ansiedad, sublimación, prisa y pura lisergia. No en vano, tanto Buyers Beware como Abomination son dos discos de puro garage punk y, por ahora, mi top 2 de 2025.
A nivel de sonido, es muy probable que este disco sea para amantes y fieles del sonido de Osees, pero representa una evolución interesante. Aquí se ha dejado por fin de experimentos fallidos como SORCS 80, aparca los sintes que tan bien le sentaron al Intercepted Message y recupera la fiereza, el caos y la ansiedad de sus mejores trabajos. De esta forma, el disco es afilado, es apabullante y está lleno de furia, velocidad, ansiedad y sintetizadores glitchy, con la que Dwyer se desgañita y se desquita como hacía tiempo que no lo escuchaba. Con todo, es un disco intenso y tremendamente desafiante y sustancialmente exigente para el oyente. No obstante, cualquiera que consiga entrar se va a encontrar a unos Osees inspirados y con un discurso tan claro como urgente es el llamado a la acción que encierra este disco. Es brutal.
Instant Holograms On Metal Film - Sterolab (2025)
Los caminos de la música son muy complicados y no recuerdo cómo llegué a Stereolab. Bueno, como sí, pregunté en el Discord de Hipersónica y me contaron que Transient y, en concreto, Jenny Ondioline. A veces, una canción de 18 minutos puede cambiar el rumbo de casi todo y este fue el caso. Como antes lo había sido Spec Bebop en I Can Hear the Heart Beating as One y sus 10 minutos en los que entendí lo que era el Nirvana. Pues bien, con Jenny y sus 18 minutos encontré literalmente la piedra Rosetta y, con ella, pude desbloquear toda una serie de paisajes que, hasta ese preciso momento, no es que me fuesen desconocidos, es que directamente ignoraba su existencia hasta cotas verdaderamente insospechadas. Retomaré este tema cuando hable del disco de Saint Etienne el mes que viene.
Pero, volviendo a Stereolab, con este álbum retoman la producción discográfica después de anunciar que paraban y tras 15 años de silencio. Y vuelven, retomando el testigo exactamente donde lo dejaron, sonando exactamente a lo que debe sonar. A saber, una reafirmación de ese sonido único y tan propio que les caracteriza, combinado con una suerte de pop que va entrelazándose con toda una serie de estilos a medida que avanza el minutaje. De esta forma, hay funk, sí, pero también altas dosis de neo-psicodelia, de krautrock y de jazz, siendo en este último aspecto donde yo más me lo gozo, al servicio de una propuesta perfectamente engrasada, bien concebida y absolutamente hipnótica. Es posible que, en algunos cortes, se pueda sentir que están arriesgando menos de lo que estamos acostumbrados, pero que este Instant Holograms On Metal Film exista ya es una declaración de intenciones y un riesgo que no hacía ninguna falta correr. Sin duda, este es uno de los grandes discos del año.
Hasta aquí, la entrega de septiembre. Nos vemos el dia 21 con la primera entrega de la lista de los 50 discos que han cambiado mi vida y volveré con otro informe durante la primera semana de Octubre. Hasta entonces, no dejéis de echarle un ojo a todos este montón de discos.
PS: La portada es, en efecto, de iA. En proximas entregas, haré una cabecera adecuada.