Bueno ha llegado el momento de asumir que este último tiempo ha sido un desastre. Hace unos meses me plantee una serie de objetivos que, a todas luces, han resultado ser demasiado ambiciosos y alejados de mi capacidad diaria. No se puede procesar, aprehender y escribir sobre más de 100 discos en un año y, menos aún, por amor al arte. O, al menos, yo no puedo. Así que me rindo, abandono esta cruzada y lo dejo estar. Comentaré lo que me apetezca, cuando pueda hacerlo. A veces, serán más, otras menos, pero intentaré que haya regularidad. Este año es año de opos y voy a estar escuchando muchísima música, así que necesitaré algunos momentos para desengrasar la mente y, aunque pueda parecer contradictorio, pasa por escribir sobre cosas que no tengan que ver con la historia, la historia del arte y, en especial, la geografía. No soporto la geografía.
Dicho esto, durante el verano he estado leyendo 101 Albums You Should Die Before You Hear de Everett True. Everett es un crítico inglés que trabajaba (o trabaja) para NME y que fue, entre otras cosas, el encargado de cubrir la explosión de Seattle para la revista inglesa. Es bastante conocido, aunque yo no tenía el gusto hasta caer por accidente en este libro. La premisa de la que parte es sencilla, a través de una serie de críticas algo exageradas y bastante sacadas de quicio, se pretende destruir el famoso canon del rock, ese que sostiene los pilares de la música y alumbra casi todas las producciones actuales. De esta forma, discos universalmente aclamados como el Grace de Jeff Buckley o el In Utero de Nirvana, aquí son vapuleados hasta convertirlos en productos fallidos y dignos de escarnio. A veces, tienen razón en lo que señalan y otras no dejan de ser hot takes, aunque siempre con clase y planteados con la suficiente inteligencia como para que te apetezca jugar. La idea, creo, es mejor que el resultado final, pero el camino vale mucho la pena y más si, como yo, te interesa el oficio de crítico.
A lo largo de la lectura he entendido algunas cosas sobre mi propio desempeño y sobre las razones por las que no estaba consiguiendo el resultado que buscaba. Aunque, quizá, la enseñanza más importante que he sacado es que la crítica, al igual que la música, se hacen desde la emocionalidad, desde la entraña, y es esa es la dimensión que realmente me interesa. Puede que me equivoque, puede que las relaciones que encuentre sean pobres, que me falte mucho bagaje para comprender lo que hay de fondo en una obra concreta o que no consiga conectar con artefactos que gocen con el beneplácito de la mayoría, puede que solo sea tonto, o me deje llevar por los prejuicios, pero las cosas son como son y mi compromiso está precisamente ahí. En ser sincero con tinkernet, con este pequeño rincón de internet, con todos y todas las que me leéis y, por encima de todo, conmigo mismo. El conocimiento, la comprensión y el saber se construye experimentando cada vez más cosas y no se pueden rellenar los huecos con datos objetivos. Bueno, se puede, pero es la mejor manera de convertirse en un payaso y alejarse de lo que verdaderamente importa. Yo no soy un prescriptor y no quiero convertirme en uno, mucho menos sin darme cuenta. Gracias Everett por enseñarme lo que estaba haciendo mal. Bueno, ya que estamos, gracias también a
y a todos los redactores de , que son uno de los principales espejos en los que me miro a la hora construir este espacio. De mayor, querría molar tanto como ellos.Bueno, ahora vamos al lío. No se si lo sabéis, pero el 2024 se ha terminado y, con él, nos queda hacer la lista de lo mejor del año. Para mi, un año algo deslavazado, un poco desastrado y bastante desenfocado. Así que hacer balance no me resulta nada fácil.
En un sentido profundo, he sentido mucho más la necesidad de poner orden al torrente de cosas que me estaban pasando por dentro, que centrarme en lo que estaba escuchando. La resaca de todo lo que descubrí el año pasado me ha llevado a seguir profundizando e indagando en cosas más antiguas y, hasta el momento desconocidas. Es impresionante como, a más descubro, más preguntas me hago ¿De dónde viene este sonido? Y así, hasta el final de los tiempos. Si por mi fuese, no pararía nunca. Una vez me dijeron que parecía que estaba dispuesto a pasarme el juego música. Podría ser, de todas maneras, me gusta la imagen.
A lo largo de todo este año he continuado profundizando en muchas de las cosas que se quedaron pendientes el año pasado. En concreto, he dedicado muchísimos esfuerzos a la comprensión del power pop de bandas como The Posies, con su magnífico Amazing Disgrace, de Stone Temple Pilot y el excelso Tiny Music o de Weezer con Blue, aunque también le he dado bastante al Pinkerton. Pero lo que más tiempo me han reclamando han sida, sin duda, Stereolab, Guided by Voices, Pavement, Los Planetas, Beat Happening, American Football, The Breeders, Velvet Underground y el haber dedicado una cantidad insultantemente grande a la obra de Neil Young. Artistas, todos ellos, que se han convertido en parte integral de mi propio imaginario musical y que, de una manera u otra, ya forman parte de mi mismo. Por otro lado, en el capítulo de descubrimientos, para mi destacan cosas como Car Seat Headrest, de los que únicamente conocía Twin Fantasy y he dado con una discografía rica e interesante, Jawbreaker y su enorme 24 Hour Revenge Therapy que bien podría funcionar como el cuarto disco de Nirvana, el Blood Vision de Jay Reatard y esas guitarras loquisimas, el On The Mouth y el Foolish de Superchunk, que no teniendo nada que ver entre ellos representan dos caras de la misma moneda, pero, sobre todo, el Clarity de Jimmy Eat World y su propuesta midwest tan adolescente, tan ridículamente ambicioso y tan excelente. En realidad, podría ponerme a enumerar todos y cada uno de estos artistas, listar sus obras, ordenar sus discos y señalar sus tremendas virtudes, pero entended que solo sería una declaración de amor empalagoso, una de esas grandilocuentes y embriagadas, a las tantas de la noche, cuando ya tienes la boca seca y balbuceas. Si os interesa, es tan sencillo como darle al play. Cualquiera de ellos es un tremendo acierto y harán las delicias de cualquier oyente avezado.
Por otro lado, tenéis razón, es raro esto de cerrar en mitad de septiembre cuando aún faltan dos días para la publicación del disco de Ramper, sin entrar a comentar el disco de Jesus Lizard, o aún quedan por salir el tercero de The Smile, el de Chat Pile o incluso del de Blood Incantation, pero lo voy a hacer igual. Nada de esto responde a la lógica y es una necesidad personal. Para ello, he elaborado una lista con 10 títulos de este 2024 que me han parecido excelentes, y una lista más corta de 5 discos que, creo, merecen una mención especial aunque no fuesen tan excelentes o arrastran problemas que, para mi, les pesan demasiado. A diferencia del año pasado, esta vez, me voy a ceñir únicamente al 2024, volveremos a navegar por la arqueología del indie a partir de la siguiente entrada, que ya no serán informes. Antes de entrar en materia, quería señalar que este es un espacio seguro y libre de BRAT y que, muy desgraciadamente, el disco de King Gizzard and The Lizard Wizard y el de Osees no han pasado el corte porque me parecen bastante malos. Esta es una herida que llevo con mucho pesar.
Fuera de Carta
Funeral for Justice - Mdou Moctar
Las primeras veces que me lo puse me encantó. De hecho, durante un momento pensé que iba a ser uno de mis grandes compañeros del año. El disco planteaba una fuerte ruptura con una parte de su disco anterior y las características texturas áridas y ásperas de Afrique Victime, esa búsqueda estética que es tan especial en este, se había convertido en una rabia que me apetecía mucho. No es que fueran más enérgicas, la falta de fuerza no es un rasgo de Mdou, es que destilaban un enfado con el que me resultaba fácil conectar. De hecho, la búsqueda de la fiereza había empujado todo el conjunto, haciendo un blues cada vez más rabioso, al espíritu de unos Motörhead con ganas de hacerlo bonito, con vocación esteta. Es la música perfecta para un funeral por la justicia.
No obstante, Mdou, pretende ampliar el espectro y nos añade una nostalgia, expresada en la parte vocal y, sobre todo, el folk, que para mi gusto, no termina de funcionar. Estas partes, que hacen de Afrique Victime un ejercicio de belleza, aquí pesan y rompen el ritmo de un disco que, a mi juicio, pide a gritos una fiereza de la que está carente. Ahora bien, Mdou toca que es un delirio y consigue entregar un disco imperfecto, si, pero muy interesante en casi todo.
Mi Latinoamerica Sufre - Meridian Brothers
Este disco es tan especial para mi, como insondable es su propuesta. Está tan lejos de mis preferencias que no me atrevo a decir mucho de él, por miedo a cagarla. Sin embargo, tengo claro que, tanto la idea alrededor de la que gira el discurso narrativo, como el discurso musical, son tan impresionantes, como difíciles de aprehender. En general, si algo es Mi Latinoamerica Sufre es desafiante y, personalmente, adoro los discos que me tratan mal como oyente y me exigen un esfuerzo para entenderlos y este, es uno de los ejemplos más claros de este año.
La narrativa que moviliza en las letras y el concepto del disco es una crítica descarnada y mordaz a una manera muy concreta de estar en el mundo, mucho más habitual en latinoamerica, pero claramente extrapolable. Esa idea del sufrimiento de los privilegiados, aquí se convierte en un motivo de burla y de ridiculización inteligente y perfectamente bien hilada, trufada de pequeñas reflexiones de calado muy profundo y con las ideas clarísimas. Es uno de los puntos más disfrutables y que lo une a la tradición latinoamericana más mordaz. En lo musical, no se queda atrás y parece que pretende contestar la pregunta de qué hubiese pasado si el reggaeton se hubiese construido con guitarras. De esta forma, alumbran una suerte de cumbia heavy psych, pasada por el filtro del soukous, que es el tronco común de muchos de los sonidos latinos, dando lugar a un disco ágil y divertido.
Manning Fireworks - MJ Lenderman
Lenderman es una de las partes de Wednesday, una banda que el año pasado se marcó uno de los mejores discos que yo tuve la suerte de escuchar: Rat Saw God. En su propuesta, mezclan la americana que nos viene matizada por Wilco, Jason Molina, Neutral Milk Hotel y esa generación que se maravilló con el folk de Estados Unidos, pero le añaden una serie de referentes que hacen que todo el conjunto se transforme en otra cosa completamente diferente. En especial, para mi gusto, destaca el peso emocional que, si bien es un poco exagerado, a veces cuesta empatizar con semejante drama, es absolutamente sincero. No digo que sea verdad, pero si que es sincero. Nirvana brilla con una fuerza que ni en sus propios discos y queda especialmente bien en esa suerte de midwest actualizado en el que se mueven, pero también hay mucho shoegaze, hay mucho Neil Young y, muchísimo Pavement en un homenaje evidente a la generación del slacker. MJ Lenderman, hace lo que a mi me gustaría saber hacer y me habla, me cuenta sus dramas y yo me dejo porque me encanta y me da muchísima envidia. Ese tema final, Bark At The Moon, es una obra maestra que solo una mente privilegiada, una que participó en la gestación de Bull Believer, es capaz de hacer.
Para mi, es uno de los grandes discos del año y, al igual que lo fue Wednesday, una tremenda e inesperada sorpresa. No lo meto en la lista de lo mejor del año, por pura honestidad, ya que solo lo he escuchado un par de veces. Aunque, sinceramente, no necesito mucho más para saber que es uno de los grandes discos del 2024.
Where we've been, Where we go from here - Friko
A lo largo de todo el año, he ido dejando y retomando este disco en innumerables ocasiones. A veces me maravilla y otras me cansa irremisiblemente. Es un disco amateur, el grupo se nota poco engrasado y no tiene demasiado sentido como obra. Al final, no se trata más que de una recopilación de un par de EPs que han ido sacando, lo que hace que no tenga mucha continuidad y adolezca de serios problemas de secuenciación, temas que directamente sobran y un discurso general inexistente.
Y, aun con todo esto en mente, el disco funciona. El talento de Friko, una banda jovencísima de Chicago, la tierra de The Smashing Pumpkins que son un referente claro y de Steve Albini que a veces se le intuye por ahí a lo lejos, es tan desbordante que son capaces de salvar todo esto y entregar una serie de temas brutales. Desde Crashing Through, donde parece que les ha poseído el espíritu de unos Arcade Fire queriendo ser aún más exagerados, pasando pot Get Numb to It o la que da nombre al disco, Where We've Been Friko da muestras evidentes de traerse entre manos un futuro increíblemente interesante. Su mejor faceta, la que a mí más me gusta al menos, es esa intersección entre la herencia que hemos comentado en el disco anterior, esa ansiedad pasada de vueltas que heredan de Arcade Fire y la potencia brutal de sus composiciones que lo emparentan con Corgan, dando lugar a una propuesta tan fresca como valiente. Por ahora, quizá, solo es una promesa, pero vaya promesa. Mi interés, desde luego, lo tienen.
No Name - Jack White
¿Podía Jack White sacar un disco interesante, fresco y sorprendente, sin avisar y con nocturnidad y alevosía? Pues sí, podía. Yo tampoco me lo esperaba, y mira me he llevado una grata sorpresa. No se trata de un disco excelente, ni mucho menos, tiene momentos bastante insulsos, y, con casi toda seguridad, el paso del tiempo lo hará caer en el olvido, incluso para mi. Pero durante un breve periodo de tiempo, en 2024, Jack White nos entregó un pequeño atisbo de algo parecido a un disco de White Stripes y a mi, ya me va bien. A veces, cuando lo escucho, pienso en que Jack White lleva guardando todo esto dentro durante más de 10 años. Es una verdadera pena, porque llega tarde y nos pilla a todos y a todas con el pie cambiado.
El disco, es todo lo que cabría esperar. Ni menos, ni, por desgracia, más. Las partes de guitarra están a la altura de los buenos momentos de Jack White. Me encanta y me engancha muchísimo su manera única y personal de reinterpretar el garage. Llevo enamorado de su manera de tocar la guitarra desde hace más de 20 años. Pero, se le nota algo carente de inspiración y, por el momento, el disco entra en barrena, pierde fuelle y se deja el interés por el camino. Pero bueno, en cualquier caso, es disfrutón y nos entrega buen rock sin más pretensiones. Yo también me hago viejo y, a veces, no necesito nada más que buenos riffs y punto. Ya, luego, volveremos a buscar ese oro, del que está el mundo lleno. Pero luego.
Se quedan fuera, por no haber tenido tiempo de analizarlos como me hubiese gustado el de Parannoul: Sky Hundred, que en mis primeras escuchas me pareció muy flojo y creo que estoy muy equivocado, el de Ramper: Solo postres, que lo publicarán pasado mañana y el de Jesus Lizard, que solo lo he escuchado un par de veces y creo que es mejor de lo que pienso.
La lista de los mejores del 2024
#10: To All Trains - Shellac
Shellac es un grupo muy importante en mi vida y este es, y será siempre, su último disco. Ya nunca más volveremos a escuchar material nuevo y los muchos caminos que se abren en este álbum, morirán aquí. Ideas y promesas de futuro que se truncan en estos 28 minutos. Probablemente no tenga la calidad de muchos de los discos aquí listados, pero es un disco con un carisma y una potencia bastante especial para mi y, sin duda, uno que he escuchado muchísimo estos últimos meses.
Empieza en lo más alto, sonando a unos Shellac seguros, mayores y tan contundentes como siempre. Haciendo gala de una producción excelsa y su sonido tan característico como potente. Me gusta mucho el halo que les rodea en estos temas porque no pretenden convencer, se nota que se lo están pasando bien y que están sentando las bases de un nuevo discurso. Uno que abandona el enfant terribilismo de Steve y pretende traer de vuelta los mejores momentos de todo este viaje. Pura electricidad, industrial, implacable, pura potencia. Me gustan mucho los momentos en los que se recuperan a los Big Black, como los dejan salir a pasear y que se prodiguen, 35 años son demasiado para estar en un armario. También como dialoga con el hardcore primigenio, del que ellos son un claro referente y como, por momentos, parecen cansados de todo y solo quieren tocar canciones sencillas y divertidas. Es un disco simple, pero rico en matices y emocionalidad.
La casualidad ha querido que se cierre con el tema: I Don’t Fear Hell. No te preocupes Steve siempre existirá un sitio para ti, en nuestro cielo particular.
#09: SUMAC - The Healer
En la vida, a veces, hay cosas que nos sorprenden y yo, de repente, me vi de lleno en unas coordenadas que pensaba que había abandonado hace tiempo. Mucho tiempo. Transciende la voluntad de esta nota explicar la importancia, y lo instrumental del metal, para mi. Igual que tampoco voy a empezar a enumerar qué metal me gusta y cual no. Porque si, el metal es muchísimo más variado de lo que parece. Pero si que voy a decir que el descubrimiento, el año pasado, del excelente disco de Tomb Mold y su death de corte técnico tan pegado al jazz me cambió suficiente la perspectiva como para abrirme a nuevas texturas y, en esa brecha, es donde entra The Healer.
Desde lugares que me son muy comunes, todo el disco apesta a fango, son lo suficientemente variados y atrevidos como para llevar su propuesta a un lugar que jamás deja de sorprender. Una de las cosas que más me gustan de este tipo de artefactos es que gozan de una personalidad cósmica, como los Primigenios de Lovecraft. Frente a propuestas como The Healer uno se siente pequeño, insignificante, mientras en los altavoces suena arreones eléctricos, las melodías van tomando cuerpo antes de explotar en mil pedazos y te trasladan a paisajes arrasados, telúricos, lejanos y, por encima de todo, llenos de una calma tensa que me proporciona muchísima paz. Me evocan, todo el rato, la sensación romántica de El caminante sobre el mar de nubes de Friedrich. Como al borde del fin del mundo. Decía el lema de Tempest, una antigua edición de Magic, que no hay calma previa a la tormenta solo hay tempestad y eso es lo que más me gusta de The Healer que es toda una tempestad contenida en una hora y media de pura sublimación y belleza. Hacía mucho que no me cruzaba con una obra tan compleja e interesante.
#08: The Collective - Kim Gordon
No me voy a dedicar a explicar porque Kim Gordon merece toda nuestra atención, nuestra admiración y nuestro absoluto respeto. Ella sola, tiene una sólida carrera y es parte fundamental de algunos de los momentos más estelares de la tradición musical que más nos interesa. No en vano es la bajista y la voz de The Sprawl. Así que, un disco nuevo es siempre un acontecimiento. Su anterior entrega, No Home Record, se mantenía, aún, en unas líneas un poco más convencionales, aunque sin caer en lo vulgar. En este sentido, para mí, era toda una incógnita el camino que iba a seguir con The Collective, sobre todo a tenor de los adelantos.
Para la base discursiva, Kim moviliza una vanguardia elegante y certera, dejando claro que es una de las mejores, y más dotadas, mentes creativas de la actualidad. En The Collective se dan cita unas bases electrónicas pesadisimas, industriales y muy machaconas, que podrían caber en un disco de Sonic Youth de seguir existiendo y lo une a su característico fraseo, que remite a la tradición spoken word de la no wave de la que ella emana, aunque no deja de ser un homenaje a los orígenes del Hip-Hop en un ejercicio de cierta nostalgia muy bien entendida. El resultado, recuerda un poco a la idea de la película de super Mario, en la que los dinosaurios habían evolucionado en personas desde un lugar completamente diferente, dando lugar a una suerte de trap que suena a trap, pero que no viene del mismo sitio. O si, y esto es, precisamente, lo que hace tan inmenso este álbum.
#07: Bright Future - Adrianne Lenker
Adrianne Lenker, al igual que Kim, no debería necesitar más presentación. Ella es el alma mater de Big Thief, con quienes tiene una carrera tan sólida como interesante, pero también es capaz de desarrollar un discurso propio e identificable en su solitario. Un poco en las mismas coordenadas que MJ Lenderman y haciendo un ejercicio parecido al que planteaban las boygenius, con The Record, pero con mucha más potencia y más intelegencia, Lenker arranca del mundo de lo masculino toda una serie de elementos definitorios y se apropia de ellos con una violencia que solo es igualada por la profundidad insondable del dolor que vertebra el disco.
De esta forma, Bright Future es una revisión moderna y femenina de la americana Lo-Fi, la enésima vuelta de tuerca del Nebraska, que a su vez remite directamente a Neil Young y en última instancia a lo que ya proponía Jason Molina y la ola de principios del XXI. Bright Future es simple y directo, sin florituras, pero emocionalmente muy complejo y muy preciso, además de muy bonito. Este es uno de esos discos que brillan por ser menos, por su sinceridad brutal y su honestidad salvaje, por oler a tráiler y noches sin dormir y, a la vez, plantear una ruptura con los arquetipos tradicionales. Nada más transgresor que una mujer con un sombrero de cowboy, haciendo música de señores y nada más desconcertante que un disco de señores que suena a todo, menos a señores.
#06: Ilion - Slift
Slift es una banda francesa, de Toulouse, que han sabido recoger mucho de lo bueno la rica y variada escena metalera francesa y llevarlo a un lugar bastante inesperado. No es muy conocido fuera de sus fronteras pero Francia, en especial la parte del sudeste, tuvo una tremenda y efervescente escena metalera y nu metalera en los albores del siglo XXI. Opacada, y muy superada en calidad, por el rap no se prodigó demasiado y se terminó abocando al consumo local, aunque cosas tan interesantes como Gojira, antes de convertirse en estatuas de cera del metal, vienen de ahí. Pues bien, Slift recoge ese testigo y lo reboza en altísimas dosis de fuzz, garage y psicodelia desatada transformando todo esa tradición en algo completamente diferente y nuevo. Su primer disco, Ummon, apunta en la dirección correcta pero será en Ilion donde, para mi, den con la tecla.
La banda a lo largo del innecesariamente extenso minutaje, tiene una parte en el medio que se hace un poco pesado, construye y desarrolla un universo propio que es, a la vez, metalero y garagero. No es la primera vez que estos dos universos se encuentran, el stoner es uno de los ejemplos que más éxito ha cosechado, pero sí que tiene una frescura y una personalidad muy específica gracias a la excelente calidad de sus composiciones y a una serie de decisiones que creo, son muy acertadas. En este sentido, el peso no recae tanto en el virtuosismo o en el hard rock, como en otras propuestas, Más bien al contrario, Slift prefiere hacerlo pivotar sobre la ansiedad de las guitarras locas, recurriendo a la parte más dura, como un recurso estético, como una manera de generar una atmósfera muy concreta. La superposición continua de capas y riffs de guitarra, las melodías que emergen de la contundente bola de ruido eléctrico y se vuelven a esconder, la ansiedad que le aportan las voces y el meandro informe que terminan construyendo a golpe de pura potencia eléctrica, constituye un sonido fresco e inspirador. Me resulta muy sugerente como determinadas propuestas, al cruzar el charco, se transforman en cosas completamente diferentes al ponerlas al servicio de emociones diferentes.
#05: Wild God - Nick Cave and The Bad Seeds
Nunca fui demasiado fan de Nick Cave, hay muchísimo en su propuesta que me parecen innecesarias o, incluso, llegan a molestarme. Por ejemplo, me molesta que cante. No creo que lo haga bien y no creo que lo haya hecho nunca. Además, su querencia punk dejó de justificar semejante ejercicio de tortura a partir del momento en que el que empezó a tomarse demasiado en serio a si mismo. También me molesta su gravedad impostada, esa que alcanza su cenit en Push the Sky Away y en Grinderman y, por momentos, raya la vergüenza ajena. Tampoco he conectado nunca con su característica idiosincrasia que, a mi juicio, es demasiado testerónica y me repele. Sin embargo, todo cambió con Skeleton Tree. Por primera vez, sentí que me hablaba directamente. La tragedia alumbró un disco tan único como irrepetible, en el que la fuerza que emerge del dolor lo eleva a la categoría de obra maestra. El idilio se intensificó con Ghosteen, aún más complejo, aún más intenso y aun más bonito y, a partir de ese momento, empecé a comprender algunas cosas de su obra pasada. Solo algunas, otras me siguen pareciendo una castaña.
Todo este camino, para explicar que esperaba mucho de Wild God, porque siempre hay que esperar mucho de Nick y, personalmente, no me ha decepcionado. Meterlo aquí, en el número #05 es una declaración de intenciones. No es, ni mucho menos, el mejor o ni siquiera un 6 raspado, en la obra de Cave, pero sí que es un disco excelente. Es excelente, porque se despoja de todo lo que es el mismo. Es sincero, se deshace un poco de esa emocionalidad fingida y abandona la culpa masculina sobre el sentir. Aquí, le canta, bueno por suerte solo recita, al cómo se siente de verdad. Por eso, es un disco menos oscuro y emocionalmente algo frío. Porque la sinceridad cuesta. Además, en lo musical, también se sitúa en un terreno un poco raro. No es post-punk, como lo fue durante sus primeras entregas, tampoco se construye alrededor de su halo de predicador o de cantautor punk. Es, más bien, una especie de reivindicación del Abattoir Blues/Lyre of Orpheus, pasado por una visión propia mucho más actual. Es decir, quitándole esa trascendencia casi divina que tiene el Ghosteen y haciéndolo mucho más mundano, cotidiano, sencillo. Todo lo sencillo que puede ser un disco de Nick Cave, claro. Además, hay búsqueda, una de nuevas texturas y nuevas formas de expresión que pretenden romper con el fondo de lo que fue la etapa anterior, pero no escaparse del todo. Aún sigue indagando sobre la divinidad y la esencia de las cosas, pero lo hace desde un lugar mucho más cercano.
#04: Loss of Life - MGMT
Pensar que uno de los discos de 2024 que más me han gustado es de MGMT es bastante fuerte. Es fuerte, porque llevo toda una vida huyendo de los referentes millennials, impugnando muchos de los elementos que constituyen las dos primeras décadas del SXXI e ignorando algunos artistas que en su momento representaron todo aquello de lo que me quería separar. Me ha costado mucho darme cuenta de que era de la gente y no de la música, de quien me tenía que separar, pero bueno esta es otra historia. El caso es que tras Oracular Spectacular, no volví a prestarles atención, incluso aunque publicaran aquel excelente Congratulations tres años después. Luego volverían a reclamar cierta atención con Little Dark Ages que, en lo personal, no me interesó absolutamente nada. No obstante, Loss of Life, ha sido amor a primera vista.
No es ya que contenga uno de los mejores temas del año, ese tremendo Bubblegum Dog, es que el trabajo que hacen junto con Fridmann los acerca a uno de mis lugares favoritos. A ese espacio que queda entre unos Flaming Lips menos lisérgicos y unos Spiritualized un poco más rockeros. Loss of Life es un disco oscuro en el discurso, habla de la pérdida de la vida, valga la redundancia, pero en realidad le cantan al hacerse viejos. A una vejez, la millennial, en la que yo mismo estoy inmerso y que me interpela de una forma directa y contundente. Cuesta, a veces, aceptar el cómo son las cosas desde un lugar en el que sabes que pueden ser diferentes o, lo que es peor, que lo fueron. Esa convicción es un espejismo, si, pero tan real que duele. A MGMT también, como atestiguan People in The Streets, Nothing Changes o Nothing To Declare. En lo musical, el disco es una demostración de maestría y un continuo me la suda por parte de unos MGMT que se sienten cómodos retorciendo su sonido y llevándolo a donde les está apeteciendo sin reparar demasiado, en apariencia, a la coherencia interna del disco. Hay algo de liberador en ver cómo les exactamente igual gustar y se entregan a lo que están sintiendo en ese momento, aunque sea una expresión de hartazgo total. Para MGMT no hay límites, suenan libres y sinceros y eso es algo que aprecio muchísimo.
#03: Cometh The Storm - High on Fire
La carrera de Matt Pike en High on Fire, sigue unos derroteros diferentes a los de Al Cisneros en Om. Mientras que el segundo se dedica a indagar en la parte más pesada y psicodélica, muy cercano a una expresión Doom mucho más clásica, Pike se acerca al crossover y al thrash, sin llegar a ser ninguna de las dos cosas. En realidad, la sombra de Sleep es demasiado potente en ambos casos y es inevitable que se toquen aunque presentan suficientes diferencias como para no sorprender. En este High on Fire ha dedicado muchos esfuerzos a hacer evolucionar su sonido. Llegados a este punto, han tocado casi todos los palos de su pequeña parcela de sonido. Tienen discos que se tiran más al hardcore, Albini está detrás de Blessed Black Wings, otros que son una descarga de furia primigenia y violenta, como De Vermis Mysteriis o incluso le hacen ojitos al hard rock y el heavy más canónico, como atestigua Snake for the Divine. High on Fire destaca por ser una banda que siempre sabe dónde poner el foco y, la mayoría de las veces, son geniales.
Cometh the Storm, en comparación con sus otros álbumes, es menos monolítico en los riffs. En este sentido, es igual de potente que los otros que hemos comentado, pero deja un poco más de aire en las melodías y huye del horror vacui tan propio del Doom. Aquí, se toman las cosas cosas calma y esta calma da lugar a la aparición de una serie de texturas novedosas y nunca antes vista en la carrera de High on Fire. La furia inusitada, da paso a una nueva serie de emociones que son primigenias pero que no tan violentas. Da la impresión de que hemos cambiado el rudo e inhóspito desierto de Sonora, por el más delicado y colorido desierto de Oriente Medio. De esta forma, aparecen unas estructuras intrincadas, dignas de un orfebre, inspiradas en los sonidos de la microtonía Anatoliana y de una sorprendente delicadeza. Quizá, el punto álgido es ese interludio que representa Karanlik Yol, pero es algo que está presente en todo el disco generando una experiencia única.
#02: Wall Of Eyes - The Smile
El primer disco de The Smile, gestado en pandemia y publicado en el 22, me pareció un soberbio tostón. Un disco largo, difuminado y sin más discurso que hacer una suerte de jazz rock que ni Michael Bolton, disfrazado de Kenny G. Exageraciones aparte, no me interesó absolutamente nada. Algo que no ocurrió con Wall of Eyes que, desde el momento en que lo sacaron, me pareció un disco excelente.
Es más, ya solo Bending Hectic merecería estar en esta lista. Un tema de 8 minutos en los que se dan cita todos los elementos que engrandecen este artefacto y aúna la vocación jazz de todo el proyecto con los mejores Radiohead, esos que nos dejaron In Rainbows. Pero, además cuenta con temas de la talla de Read the Room y Under Our Pillow, que ahondan en la complejidad, lo llenan todo de vueltas y quiebros hipnóticos. Para mi, Wall of eyes es un disco incontestable, uno de esos que me dejan sin palabras y que no me canso de escuchar.
#01: Only God Was Above Us - Vampire Weekend
Only God Above Us salió el 5 de abril de 2024 y estoy convencido, desde la primera escucha, que es el mejor disco del año. Es más, cada vez que me lo pongo, que es muy a menudo, no puedo parar de afirmar, una y otra vez: Que bueno es, joder. Que bueno es.
Cuando me acerqué por primera vez a Vampire Weekend, de la mano de Modern Vampires in The City, no encontré nada que me interesase. No pretendo vilipendiar un disco que goza con una aclamación unánime pero yo no lo he disfrutado nunca. Si bien es cierto que, a nivel compositivo, me parece excelente y de una belleza bastante notable, no consigo entrar en su discurso emocional. Personalmente me resulta demasiado plano o, mejor dicho, me es demasiado ajeno, como si se nutriera de una frivolidad que me enerva. Con el tiempo, he conseguido apreciar temas como Diane Young, Step o Hannah Hunt, es difícil no hacerlo porque son temazos increíbles, pero jamás ha estado entre mis preferidos.
No obstante, el caso de Only God Was Above Us, es completamente diferente. Esta vez sí. Todo lo que lo compone me habla directamente y parece estar hecho para mi. El discurso del disco, cargado de una nostalgia bien entendida y de un sentir que se sitúa entre las ganas de seguir adelante y la sensación de haber perdido me resulta muy rico y, sobre todo, muy cercano. Yo me siento estos días un poco así. Además el disco no está exento de riesgos, se les siente cómodos y creo que consiguen llevarlo todo a donde quieren de una manera absolutamente sublime. Podrían haberse dejado llevar, podrían haber puesto el piloto automático, ya contaban con el beneplácito de la mayoría, podrían haberse acomodado y, en vez de hacer todo eso, nos entregan ese himno generacional, de mi vida, que es Hope. Only God Was Above Us se lleva el premio al disco Sideral Total del año y, sin duda, el que más he escuchado, al que más me gusta volver y una verdadera obra maestra. Mi 2024, que termina ahora, siempre sonará a Hope.
I hope I let it go.
Va por ti, Steve. A ti, te debo buena parte de todo esto. A ti, te debo aprender a reconocer la verdad, a valorar lo pequeño y a querer contarlo de forma clara y sincera.
Nos vemos en la siguiente etapa. Un año más, muchisimas gracias por estar ahi. Siempre es mejor cuando te leen.
Ps: Podría haberlo partido en trozos, pero yo creo que cada cual podemos elegir cómo queremos consumir las cosas y que no hace falta que yo decida por nadie. He puesto viñetas para facilitar la navegación.