#19 Informe de la semana 46
Un recorrido por mi semana a través de los discos que he estado escuchando
Esta semana que termina, es la primera en todo el año, en que pensaba que no llegaba a reunir suficientes escuchas como para hacer un informe. En efecto, entre la investidura, cuyo efecto se observa en la muesca de los días 15 y 16, y que hace varias semanas que no sale nada que me interese, ando super desconectado. En general, seguimos igual, no hay demasiado a lo que prestar atención, aunque si que van saliendo cosas. La semana pasada, por ejemplo, se publicaron los discos de Danny Brown y André 3000 (la mitad de Outkast) que están recibiendo bastante cariño. No obstante, se encuentran lejos de mis intereses y no los he escuchado. Además, se ha publicado la lista de lo mejor del año para Rough Trade, con una voluntad un poco más joven que la de Uncut, pero aun con un sesgo muy marcado y muy presente, de corte bastante pop, en general, con algo de presencia del industrial de nuevo cuño, cuyo espectro se ha ensanchado muchísimo. También se puede ver cómo se consolida Javelin como uno de los grandes discos del año. En lo personal, no obstante, celebro la inclusión de Rat Saw God, que es un discazo al que no me canso de volver.
En relación con lo que he estado escuchando esta semana, como decía, ha sido un poco irregular. He estado volviendo sobre algunos discos viejos, en especial porque voy recuperando la escucha de mis discos en vinilo ahora que tengo el equipo completo de nuevo. Es el caso del In Utero, disco sobre el que volveré con un nuevo tipo de contenido a partir del año que viene, pero también del Unplugged in New York, el Ten de Pearl Jam, al albur de mi obsesión con No Code, el Raro de El Cuarteto de Nos y el Black Album de Metallica. Todos ellos son discos que tengo en muy alta estima y que siempre agradezco escuchar en condiciones. Por otro lado, aparecen discos que ya he reseñado y sobre los que vuelvo regularmente, destacando el Remain in Light de Talking Heads, el Noches Blancas, Mañanas Negras de Alexanderplatz, el Radio City de Big Star, el Ghosteen de Nick Cave y el Perennial de Woods. También he estado escuchando el Omega, pero no aparece en Last.fm. Aun no tengo una copia en buenas condiciones y lo escucho muy de vez en cuando, aunque no creo que tarde en hablar de él. Por tanto, esta semana voy a cambiar un poco la dinámica y solo voy a tratar dos discos, de una forma un poco más extensa de lo que es habitual y voy a hablar de Black Album de Metallica y el Raro de El Cuarteto de Nos. Dejaré Ten y Unplugged para más adelante, poco con la intención de dejar descansar el tema de Seattle, que lleva siendo una constante.
Como de costumbre, mis discos pueden ser consultados en Bandcamp y la lista completa de lo que he estado escuchando esta semana puede ser consultada aquí. Sin más preámbulos, vamos a comentarlos.
Metallica (1991) - Metallica
No creo que este grupo necesite ser introducido. Es de sobra conocido y ellos son más que capaces de presentarse, solos. Metallica son, de todos los grandes grupos del thrash, el que más ha durado y el que más ha intentado llevar su sonido a nuevos y diferentes horizontes. La mayoría de las veces en forma de fracaso estrepitoso, todo sea dicho. Es cierto que, desde Garage Inc en el 98, no han hecho nada digno de mención y desde este Black Album, nada que se adapte al canon de su sonido sin discusión. Tampoco el Black Album se adapta a esta definición. En cualquier caso, la racha que componen Ride The Lightning, Master of Puppets y …And Justice for All nunca debería ser tomada a la ligera. Son tres discos magníficos, en los que se puede escuchar la garra, la potencia y la fuerza de un thrash fresco, virtuoso y muy rico en matices. Algunos de los mejores temas de la banda están aquí: For Whom the Bell Tolls, One, Battery, Master of Puppets, Blackened, The Call of Ktulu, Disposable Heroes y enorme etcétera de temas potentísimos. Para mi, uno de los puntos más interesantes de la banda es su discurso, donde intentan conjugar, a la vez, su propia autopercepción, especialmente la de su cantante y letrista James Hetfield, el mundo que les rodea y una sensibilidad emocional nada habitual en este género, dando como resultado una mezcla muy interesante. Si bien es cierto que, en términos generales, podríamos enmarcarlos en una posición cercana al ala conservadora, no es una casualidad que el símbolo de la bandera de Gadsden aparezca en la portada de este disco, no siempre resulta tan sencillo ubicarlos en ese eje. Es común verlos defender temas claramente relacionados con ideas progresistas, como en Master of Puppets donde defienden la idea de la droga como un problema social. Aunque, por otro lado, también son los protagonistas de la controversia con Napster y el principio de la persecución de las descargas, la promulgación de la DMCA y la criminalización del P2P. Son, en definitiva, un grupo complicado de situar.
Metallica construyen un imaginario que se despliega en varios ejes y todos me resultan muy interesantes, aunque perderán diversidad con la edad. Entiendo que la posibilidad de ser cancelados, la propia vida que nos empuja a posiciones abiertamente conservadoras y el cansancio hacen mella. La sensibilidad de Hetfield, algo que le desborda continuamente y se puede sentir en sus composiciones, lo envuelve todo y le hace destilar una incomodidad que queda enfatizada en los riffs de su guitarra y la rabia de sus temas. Así, se despliegan grandes cuestiones universales, muchos de ellos de corte filosófico. Destaca, por ejemplo, el destino del individuo frente a la masa, optando por la tradición norteamericana de Ben Franklin o de Thoreau, que en este disco encontramos representado en el tema Don’t Tread on Me, pero también en la parte inicial de Wherever i May Roam, cuando señala: And the road became my bride (y la carretera se convirtió en mi mujer), utilizando diferentes elementos del folklore norteamericano. Este verso, además, nos pone sobre el siguiente punto destacable, la construcción de su identidad de género y de la masculinidad en concreto. No tengo muy claro si esto es deseado, o sencillamente le supura la incomodidad, como ocurre con Clint Eastwood, pero es evidente que hay una profunda reflexión sobre esta cuestión. En general, todo lo que tiene que ver con el manejo de la emocionalidad, algo muy presente en sus discos, presenta un acercamiento turbulento, muy marcado por pasajes violentos y un énfasis desbocado. En estos pasajes, la emoción predominante es la rabia, en forma de baterías contundentes y riffs machacones, pero los matices suelen ser mucho más ricos de lo que parece en principio y las melodías que se entretejen en las guitarras de Hammet y Hetfield son bastante atractivas. En este sentido, temas como Blackened son deliciosamente completos. La tríada temática del imaginario de Metallica, se cierra con las drogas y las adicciones. Algo que atraviesa la historia de la banda de una forma evidente, él mismo sufre la adicción al alcohol y lo han visto en muchos de sus amigos. Con estas líneas maestras Hetfield, crea todo un universo muy concreto y muy especial y esto les aleja de las tradicionales bandas de metal de una forma clara y este Black Album es una de las pruebas más evidentes.
Cuando este disco se empieza a gestar, Metallica ya es una de las bandas de metal más grandes del planeta. Su música, el thrash metal, se consolida hacia la década de los 80, cuando los grupos de heavy metal abandonan la influencia del blues para abrazar la abrasión, la violencia y la velocidad del punk. Metallica, junto con Exodus o Megadeth, serán los representantes de la escena de San Francisco y su acercamiento será más cercano al progresivo y, sobre todo, muy técnico. Este último aspecto es algo que se aprecia a simple vista en los primeros discos de la banda y representa una de sus primeras y más primigenias señas de identidad. No obstante, una vez pasado el umbral de la década de los noventa, algo empieza a cambiar en el grupo y se ve claramente en su música. El paso del tiempo, la vida y sus complejidades, todos se divorciaron durante la grabación del disco, la experiencia de perder a Cliff Burton, bajista original del grupo, en un accidente de autobús, la complejidad técnica del disco anterior y el cambio de enfoque de la industria musical, empujará a Metallica a buscar nuevos horizontes en su música. Siendo este disco, el resultado de ese proceso de búsqueda y, desde mi punto de vista, una de sus principales cimas creativas.
En general, este disco es mucho más sencillo que los anteriores. Aquí abandonan esa voluntad técnica y esa vocación virtuosa, sigue presente pero no de la misma manera, para abrazar un sonido crudo y orgánico. El tono sombrío del disco, tomará el relevo de la expresión emocional y servirá de vehículo para la movilización de nuevas figuras sentimentales. La rabia de riffs como Master of Puppets, dan paso a los desarrollos de Enter Sandman o The Unforgiven. Siguen siendo ellos, pero ya no parecen tan cabreados. Aquí, vemos más nostalgia, más miedo y una percepción más adulta de la realidad que tienen a su alrededor. Más maduros en definitiva. Vemos, por tanto, una menor presencia de riffs rápidos y contundentes, optando por dilatar los tiempos y bajar los bpm de los temas. Así, son largos pero no resultan especialmente complejos o difíciles de escuchar. No es un disco difícil para el oído generalista, lo que les vale el que muchas veces se diga que es un más comercial. El énfasis de la composición se busca en las melodías que se generan alrededor de los temas y no tanto en la brutalidad de los diferentes pasajes. De esta manera, se abren a nuevos estilos musicales y nuevas formas de expresión que quedarán patentes de forma definitiva en Load y Reload. En estos dos discos, Metallica plasmará su visión del grunge de la época en dos discos controvertidos, fallidos y, a día de hoy, rescatables. Aunque solo sea por vislumbrar el camino que se truncó y que inicia su andadura en este disco.
Hoy, cuando lo abordó, lo veo de una forma clara y evidente pero en su momento no lo supe ver. Los vasos comunicantes entre la gente que compone las diferentes escenas musicales al margen, y no, del mainstream eran mucho más comunes de lo que puede parecer. Kirk Hammet, era amigo personal de Kurt Cobain y de otros de la escena de Seattle siendo este el camino por el cual se empieza a filtrar una influencia que será definitiva. Quizá, esta cuestión no se observa tanto en el apartado del sonido en este disco. Aún se mantienen bastante cerca de las señas de identidad de Metallica, pero es evidente que Hetfield ve en la apertura que representan Eddie Vedder, Jerry Cantrell o Chris Cornell, una vía para su propia expresion y lo explorará largo y tendido en este disco. De esta forma, las letras y la música expresarán una emocionalidad muy compleja, Hetfield se expondrá como no lo ha vuelto a hacer y el disco terminará convertido en un documento único de una banda en expansión. Es cierto que Metallica parte hacia lugares desconocidos y, en el camino, ya nunca más será la banda que fue, pero el inicio de esta transformación se me antoja impresionante. Este disco no tiene demasiados artificios y resulta sencillo ver cierta verdad en los diferentes aspectos que componen el disco.
A día de hoy, estas canciones forman parte del canon cultural y, poco a poco, han ido perdiendo su potencia original para dejar paso a un estatus de leyenda incuestionable. De esta forma, temas como Nothing Else Matters, Enter Sandman, Sad But True, The Unforgiven, Wherever i May Roam, Don’t Tread on Me son temas que forman parte de la vida de tantas personas que, poco a poco, se han ido alejando de su sentido original. Esto ocurre en muy pocos casos y, cuando lo hace, es una verdadera lástima porque se pierde el contexto en el que estas canciones nacieron y, en especial, el peso emocional que tuvieron originalmente. Aquí, Hetfield se desnuda de una manera muy sincera y, a la vez, muy masculina, dando paso a una obra que es fácil de escuchar, que es directa y cristalina en sus intenciones pero que, en última instancia, es el principio del fin del sonido Metallica. A mi, personalmente, me encanta y entro de lleno en su propuesta, pero es lógico que cueste. La gente del metal, suele decir que tiene un corazoncito pop, yo, que soy muy del punk y de las guitarras, encuentro en este disco el primer acercamiento del metal a mi universo sonoro y, con el paso del tiempo, me abrirá las puertas a miles de universos que, la primera vez que lo escuché, ni yo era capaz de imaginar. Sin embargo, lo que me parece más interesante es el diálogo que plantea este disco con todo lo que hay a su alrededor. Metallica, tenía la posibilidad de hacer casi cualquier cosa, pero eligió diluirse en estas canciones y buscarse, como años después hará Pearl Jam en No Code, y consiguió salir victorioso.
Raro (2006) - El Cuarteto de Nos
El Cuarteto de Nos es una banda uruguaya y es altamente reivindicable. Inician su trayectoria, en Montevideo en el año 1984 y no será hasta diez años después, con Otra Navidad en las Trincheras, cuando obtengan su primer gran éxito. En un primer momento, El Cuarteto es una banda de tradición punk y con un sonido muy cercano a lo que se estaba haciendo en aquellos años. Una suerte de rock de tradición indie pero muy mezclado con otros elementos que hacen de su sonido algo muy bastardo. Sin embargo, ya entonces, el apartado donde destacan, es en las letras, siempre irónicas, siempre ácidas y siempre mordazmente críticas. Aunque en este periodo, aún se sitúan muy cercanos a la parodia musical y no tomándose demasiado en serio a sí mismos, aunque algunas de sus letras de esta época son verdaderamente divertidas. Aun con todo, este hecho limita seriamente su alcance y los deja como una curiosidad local, circunscrita a Uruguay y, en menor medida, Argentina. La historia del grupo se para a principios de los dosmiles, tras una serie de problemas con los sellos, algunas desavenencias personales y una paulatina pérdida de interés por la banda. La banda, en este contexto, opta por entrar en hiato a principios de siglo del que saldrán en 2004, ya de la mano de Bizarro Records y con Juan Campodónico en la producción, con quien regrabaron muchos de los temas antiguos, para un recopilatorio homónimo, y junto a quien crearan el nuevo sonido de la banda. Ahora bien, donde de verdad hacen su mayor esfuerzo será en este Raro, el primer LP original de la nueva etapa y, sin duda, su mejor disco hasta la fecha.
Para cuando llega este álbum, El Cuarteto ha vuelto a gozar de cierta popularidad local, e incluso empiezan a recibir cierta atención por parte del extranjero. Será, por ejemplo, más o menos por estas fechas cuando yo los descubra. La portada del disco, haciendo gala del título, consiste en un retrato con una forma un poco rara y lo es porque es la suma de todas las caras del grupo y representa muy bien lo que vamos a encontrar en él. A nivel de sonido, se han deshecho de casi toda traza de punk y abrazan un power pop vibrante, que por momentos remite a los Weezer más frescos, mezclado con ciertas trazas de folk, tanto norteamericano, como uruguayo y, sobre todo, muy influenciado por el Hip-Hop. Esta influencia es probablemente la más sorprendente e inesperada de todas y se observa tanto en la manera de componer las letras como en la manera de cantarlas, a mitad camino entre el spoken word y un cantado que enfatiza mucho en los marcajes de las rimas que componen todos los temas. A nivel de la voz, además, el disco presenta un desempeño realmente notable, facilitando mucho la experiencia de la escucha y enfatizando de una forma muy interesante los diferentes golpes de voz con la voluntad de incidir en determinados aspectos relacionados con las historias que están componiendo.
A nivel de los temas, se compone de 12 canciones. La mayoría pertenecen a Roberto Musso, el líder del grupo. Suyas son, por ejemplo, los 2 singles principales: Ya no se que Hacer Conmigo y Yendo a la Casa de Damian. Ambos, obtuvieron una gran aceptación por parte del público, fueron nominadas a mejor canción en los grammys latinos de la época y, de lejos, los mejores temas del disco. A nivel compositivo, ambas presentan unas rimas vibrantes que se van desarrollando a ritmo de unas potentes guitarras que avanzan inexorables, repartiendo bilis a diestro y siniestro y haciendo gala de una ironía y una crítica ácida y divertida. A estas, además, habría que añadir Invierno del 92, de corte mucho más duro, más cercana a un punk resultón, en la que Musso se ríe abiertamente y sin ambages de una serie de clichés y personajes estereotipados que a su juicio representan a la sociedad uruguaya de la época. A estos, podríamos añadir otros temas también destacables, pero menos excelsos que las anteriores, como son Hoy Estoy Raro, Nada es Gratis en la Vida y Me Hace Bien, Me Hace Mal. Todas ellas, como es lógico, con unas letras que ponen de manifiesto no solo la tremenda calidad de las composiciones de este disco, sino también la fuerte influencia de los Beastie Boys cuya presencia es evidente a lo largo de todo el minutaje y, además, de una forma muy explícita.
Desde mi punto de vista, el principal problema del disco es que tiene una serie de temas que no funcionan demasiado bien y que le restan muchos enteros. Especialmente si tenemos en cuenta que alargan su metraje hasta los 44 minutos haciendo que el final se haga un poco denso. Pobre Papa, El Karaoke, ambas de Tavella y Pueblo Podrido son, a mi juicio, las más discutibles y, si no estuviesen, no creo que las echara de menos. Sin embargo, más grave resulta la problemática del contexto en el que se inserta y el peligro de hacer una lectura presentista. En efecto, en el año 2006, en Uruguay, la realidad era una muy concreta y la voluntad de El Cuarteto, con este disco, es violentarla de forma explícita con la intención de airear las vergüenzas y poner de manifiesto las contradicciones inherentes al puritanismo de la época. Esto, como es lógico suponer, les hace transitar en una delgada línea conceptual que muchas veces cae en el mal gusto y otras podría resultar cancelable. A veces, cuando nos pasamos de edgy ocurren estas cosas. Sin embargo, y siendo conscientes de lo que es y lo que hay, sería una verdadera lastima no prestarle atención a este disco que, a mi juicio, es una de las cumbres de las letras en castellano, tanto a nivel de calidad de composición, como de profundidad y modulación del mensaje.
Para la semana que viene:
He decidido volver a empezar esta lista.
La semana que viene, empezamos de nuevo.