#18 Informe de la semana 45
Un recorrido por mi semana a través de los discos que he estado escuchando
Esta semana ha sido muy corta en novedades musicales, pero tal y como adelantaba la semana pasada, las listas de lo mejor del año van a ir poco a poco conquistando la actualidad. Algunas, como la de Uncut, ya se ha publicado siendo la primera que se atreve a tomar partido y establecer una relación de discos. Aquí os dejo un enlace con los discos ordenados que han hecho en Album of the Year. Algunos, bastantes, de los discos que salen me son muy apreciados y yo también los pondría en una lista. Es el caso del disco de Robert Forster, el de Yo La Tengo, el de Osees, el de Wednesday o el de boygenius. Sin embargo hay otros que, para mí, se alejan bastante: el de Paul Simon, el de Sufjan Stevens o el de P.J. Harvey, son grandes ejemplos que ponen de manifiesto una manera concreta de interpretar la cultura y una intencionalidad por parte de Uncut con la que no comulgo para nada. Pero bueno, es la primera. Con todo, es muy probable que I Inside The Old Year Dying y Javelin terminen muy arriba, iremos viendo.
En relación con lo que he estado escuchando esta semana, como decía, la falta de novedades me ha permitido recuperar algunos discos de esos sobre los que me gusta mucho volver de forma regular. Aquí, por ejemplo, tenemos el Rust Never Sleeps, que lo recuperé a raíz del especial de
de ayer, el Nebraska de Bruce Springsteen, que es fácilmente uno de mis discos favoritos en la vida, el Green de R.E.M., al que volví con motivo de su 35 aniversario, o el Revolver de The Beatles, que es puro amor. También destacan el Let Them Eat Chaos de Kae Tempest o el Renegades de Rage Against the Machine, que son dos discos algo desconocidos e infravalorados y que yo tengo en altísima estima y sobre los que, quizá, vuelva en otra ocasión. Sin embargo, el disco que más he escuchado es el No Code de Pearl Jam que, poco a poco, ha ido convirtiéndose en una pequeña obsesión personal. En el apartado de novedades, se limitan a dos, el disco de The Twits de bar italia y el Cat Power Sings Dylan: The 1966 Royal Albert Hall Concert. Sobre el primero me detendré a continuación, sobre el segundo poco que decir: es un buen disco, un buen conjunto de canciones perfectamente interpretadas y consigue transmitir lo especial de la cita, aunque no hay mucho más que eso. Por último, no quiero dejar de comentar lo nuevo de Blur, The Ballad of Darren, que no siendo para nada mi preferido, es un buen disco que merece un poco de atención y que se disfruta muchísimo, en especial esa maravilla que es Barbaric. Puede que no sea fan de Blur, que no lo soy, pero siempre sentiré mucha atracción y repeto por los discos de todomelasopla y este viene cargadito. Esta semana, por tanto, voy a reseñar el No Code de Pearl Jam, el The Twits de bar italia y el No Pocky for Kitty de Superchunk, que se había quedado pendiente y que, tras dedicarle un poco de tiempo, me ha encantado.Como de costumbre, mis discos pueden ser consultados en Bandcamp y la lista completa de lo que he estado escuchando esta semana puede ser consultada aquí. Sin más preámbulos, vamos a comentarlos.
The Twits (2023) - bar italia
Los conocí unos meses antes, este mismo año, con su anterior entrega: Tracey Denim, disco que reseñé en los albores de este espacio. El primero, tal y como comenté en su momento, no me gustó demasiado. La mezcla que hacen, al recuperar la sonoridad de algunos grupos canónicos como es el caso de Pulp, al que homenajean incluso en su nombre, junto con otros grandes del llamado slacker rock, pasado por un filtro pop de esencia actual y exageradamente ligera, no termina de quedarles demasiado redondo y, para mi, son demasiados los flecos que se quedan colgando. Sin embargo, están cosechando bastante éxito y los he ido viendo aparecer en muchas reseñas y comentarios desde que salió. Por ejemplo, en
lo llegaron a poner en el excel, algo que probablemente no ocurra con este. Cuando me enteré de que iban a sacar un segundo disco en 2023, me interesó. Especialmente, en relación con los adelantos que había estado escuchando y, en especial, al tema que abre el disco. En lo personal, me encantó y pensé que, quizá, esté en este disco daban con la tecla que yo necesitaba.Pues no. Es aún menos interesante que el primero y, pasado el umbral de Worlds Greatest Emoter, el segundo adelanto, se empieza a convertir en una sucesión de canciones mil veces escuchadas hasta que, un rato después, se termina. Aún queda algún tema más, en la parte final, que vale la pena. Es el caso por ejemplo de sounds like you had to be there, pero no destaca lo suficiente como para salvar todo el conjunto. En general, para mi, lo mejor que tiene para ofrecer son los 3 primeros temas. En relación con el sonido, experimentan un poco más que en el anterior y los temas forman un conjunto menos cohesionado. He leído en algún sitio que The Twits se compone de los descartes de Tracey Denim y, escuchándolo, a veces se siente exactamente así. Son canciones que exploran otra orilla del post punk, una que no deriva en el slacker, sino más bien el dream pop y en el shoegaze que hoy está tan de moda, como en Hotline TNT. El caso es que parece perderse en un sonido a medio hacer y carente de texturas, algo injustificable para el estilo que pretende manejar. Pero, lo que menos me gusta es que resulta aburrido. En efecto, a todo el disco le falta gancho, le falta garra y, sobre todo, le falta muchísima ambición, algo de lo que Tracey Denim no adolecía.
No Pocky for Kitty (1991) - Superchunk
Otro disco azul e ineludible de 1991. Otro, que se suma a una increíble lista entre las que destacan obras como Copper Blue y Nevermind, a los que mira con bastante dignidad. Descubrí este disco hace un par de semanas y, desde el momento uno, han estado siempre en todas mis sesiones. Sin embargo, no fue el primero que escuché. Ese honor lo tiene On The Mouth, era el que mejores reseñas tenía en RYM y me pareció un buen lugar por el que entrar. En general, es mucho menos interesante que este que nos ocupa y su sonido se siente más matizado, como apagado. He leído al respecto y parece que, en efecto, para ese álbum la banda intenta cambiar un poco el sonido y abrazar una vía mucho más cercana al power pop, abandonando la influencia punk que tiene en sus primeros álbumes. Probablemente, este movimiento les ayuda a encajar mejor en el mundo post Nevermind, pero para mí pierden un poco el interés que sí que me despierta No Pocky for Kitty.
La banda, Superchunk, me era tan desconocida que ni siquiera había oído hablar de ellos. O puede que sí y yo no me hubiese dado cuenta. El caso es que destacan por ser uno de los grupos más tardíos, se fundan en 1989, de la ola del DIY y la esencia indie norteamericana, y eso es algo que se siente en su sonido. Destacan pues, gracias a una fusión entre el punk rock de la segunda época de los 80 y una reinterpretación del power pop que pasa por la presencia de unas guitarras potentísimas, rápidas y capaces de generar unas melodías atractivas, duras y desafiantes. Pura fantasía punk. Además, su compromiso con el DIY, como muchas otras, es férreo y llega hasta nuestros días, a pesar de las muchas ofertas que han tenido a lo largo de los años. El sello Merge Records, pertenece a los miembros de la banda: Mac McCaughan y Laura Ballance y, a día de hoy, representan un gran bastión de la música independiente editando a bandas de la talla de Arcade Fire (del principio) o Titus Andronicus.
No Pocky for Kitty, lo tiene todo para encantarme. Es punk, todo el disco se encuentra atravesado por una urgencia física y vibrante. Los miembros de la banda corren, corren como si el mundo se fuera a acabar y lo hacen con una impronta emocional potente que lo enmarca en su contexto de una forma inequívoca. Además, practican una visión del punk que no se encuentra especialmente ligada a la escena de Nueva York de los 70, aunque también, y ya empieza a mirar hacia otros lugares y otros referentes. Es el caso, por ejemplo, de Paul Westerberg y The Replacements que impregnan todo este disco con su particular visión del pop. En este sentido, pues, el disco también es puro Pop. A pesar de la urgencia, no se cortan a la hora de construir melodías vibrantes y pasajes de guitarra que son una delicia absoluta y cuya influencia veremos en muchas canciones de la generación siguiente. Para mi, destacan sobre todo las miles de capas que componen cada canción, llenas de pequeñas melodías que se van creando, desarrollando y dando paso a otras, todo el rato. De esta forma, Steve Albini, productor del disco, consigue convertir un álbum de punk rock en un disco vibrante, lleno de fuerza y con una profundidad inesperada. Siempre está ocurriendo algo que reclama la atención.
En relación con los temas, a mi me gusta el disco entero, siendo uno de esos LPs, cuya experiencia completa gana enteros. Sin embargo, los 3 primeros temas: Skip Steps 1 & 3, Seed Toss y Cast Iron son probablemente lo más significativo del disco. Especialmente este último, que tiene una parte final que es absolutamente increíble. A partir de este punto, el álbum no pierde un ápice de mordida y sigue siendo una experiencia altamente recomendable. En la segunda parte del disco, por ejemplo, destacaría Punch Me Harder, Tie a Rope to the Back of the Bus o el tema que cierra el disco, Throwing Things. En general, me gustan mucho los temas que funcionan como una fuerte descarga punk pop y más si, como es el caso, cuenta con esa concepción abrasiva y única de Albini.
No son pocos los discos que en aquel lejano 1991, optaban a ser el otro Nevermind y fijo que hay miles de universos alternativos donde no es Nirvana el que se lleva tan cuestionable trofeo y Kurt sigue vivo, haciendo música. En el nuestro, podría haber sido el Copper Blue, podría haber sido Green Mind, como le espeta Barlow a Mascis en esa famosa anécdota, podría haber sido el Every Good Boy Deserve Fudge, Podría haber sido el Badmotorfinger, podría haber sido el Ten, podría haber sido este No Pocky for Kitty o podría haber sido cualquiera. No es que Superchunk esté relacionado con la escena de Seattle, ellos son de Carolina del Norte y no suenan a Seattle, es que hay suficientes elementos, en todos estos discos, como para poner de manifiesto una manera completamente diferente de entender la creación musical, el negocio y la emocionalidad propia de un discurso joven y al margen de todo lo que en aquel momento representaba el mainstream. Por eso, este disco es una pequeña joya, por lo que es y por lo que pudo ser.
No Code (1996) - Pearl Jam
Llegué a No Code, más o menos en abril y por prescripción de un compañero del Discord de
. Una tarde, como tantas otras, dije que nunca había sido demasiado fan de Pearl Jam y acabamos hablando de este disco. Es cierto, nunca me han gustado y siempre había considerado que era un grupo que tiende a ser afectado en exceso, impostado en las formas, poco sincero y demasiado pegado a la vía rockista del grunge. Vamos, un compendio de todo lo que no me suele gustar en un grupo. No obstante, la BSO de Eddie Vedder para Into The Wild me hizo apreciar muchísimo su voz y terminé disfrutando mucho el Ten. Es más, su voz es de las escasas voces que me gustan y que, más allá del grupo, aprecio por sí misma. Sin embargo, nunca conseguí entrar en Vitalogy, que se me hace muy pesado y aburrido y, menos aún, en Vs., al que jamás le he encontrado la gracia. En general, hay cosas en Pearl Jam que hacen saltar todas mis alarmas. La construcción de una emocionalidad masculina, muy cercana a la vulnerabilidad culpable, su cercanía con un rock duro más convencional que otros y, en general, su tendencia a la construcción de un sonido sólido e interesante pero demasiado fácil, hace que, en términos generales, me aleje bastante de su propuesta. Y así fue, hasta que escuché No Code.Este disco, llega en uno de los momentos más bajos de Pearl Jam. La gira de Vitalogy, en 1995, estuvo marcada por una serie de problemas logísticos importantes, relacionados con el boicot que le hicieron a Ticketmaster y cuyo impacto terminó derivando en que no tocaran en Estados Unidos durante los 3 años siguientes. Además, las tensiones internas no pusieron las cosas fáciles. Las sesiones de grabación comenzaron en ese mismo año, durante los descansos de la gira. Primero en una pausa de una semana en Chicago y luego otra en Louisiana, donde grabaron el tema Off He Goes. El resto del disco se grabó en Seattle en el estudio de Stone Gossard durante la primera parte de 1996. Hubo cierta controversia a la hora de grabarlo. Ament, el bajista, sostiene que no le avisaron hasta pasados 3 días de sesiones, hecho que le molestó notablemente e hizo que se planteara dejar la banda, motivado por el excesivo control del proceso creativo por parte de Eddie Vedder. No lo hizo, las cosas se arreglaron y No Code terminó siendo publicado.
Sobre el disco, hay muchas opiniones. Los primeros que no se quedaron muy satisfechos, a juzgar por las reacciones posteriores, son ellos mismos. McCready, guitarrista, señala que la mayoría de las canciones son fruto de diversas jam sessions y que, a su juicio, se apresuraron un poco a la hora de publicarlas. Ament, un poco en la misma dirección, señala directamente que las canciones están a medio hacer y qué esperaban que Eddie Vedder terminara de pulirlas, como había hecho hasta el momento, pero que estaba muy quemado y se vio superado por los acontecimientos. En general, estos dos testimonios nos dan una idea de la magnitud del desastre. Es un hecho, No Code dista mucho de ser un disco equilibrado, de tener un discurso interno claro y apunta en tantas direcciones que, por momentos, parece perderse en su propio ensimismamiento. Y es que, si algo tiene este disco es, precisamente, esa mística de estar perdido y querer buscarse.
A lo largo de todo el LP, la banda dedicó muchos esfuerzos a romper y desmontar su propio sonido. No suena a Pearl Jam, porque ellos no quieren que suene a eso que les caracteriza. Ese rock de estadio anquilosado y monolítico que les había caracterizado hasta ese momento y que podemos encontrar en Vs. y en Vitalogy. Se les siente cansados de eso, de hacer siempre las mismas canciones y se notan sus ganas de trascender, de buscarse. Aquí, se han hecho más mayores y sienten la necesidad de que su música represente ese cambio. Por ello, experimentan y transitan diversos estilos de música. Se atreven con cosas que no habían hecho hasta el momento. Desde el hard rock del que beben sin ambages, pasando por filtrar influencias que suenan exóticas, atreviéndose con un tema de clara influencia Mudhoney y dedicada a Matt Lukin, cierta inclinación worldbeat que se aprecia de forma continua en la batería de Irons, o una nana compuesta por Vedder para el hijo de Irons, en este disco podemos encontrar un poco de todo, a la vez y en todas partes. No en vano, será aquí donde encontramos el único tema de la banda en cuya letra no ha participado Eddie Vedder y que él no pone la voz: la notable Mankind, obra de Gossard. Este ambiente, además, se refleja en el apartado de las letras donde dejan paso a temas espirituales, dedicadas a los amigos y de autoexploración en las que ponen de manifiesto que se están haciendo mayores y que necesitan algo diferente.
Y aun con todo esto en mente, teniendo claro que se le considera el peor disco de la banda, me atrevo a señalar que es mi preferido y que siento un amor eterno y profundo por esta obra. Jamás he tenido la oportunidad de escuchar tanta verdad y tanta sinceridad en un disco de Pearl Jam y, puede que en casi ningún disco de la época dorada del grunge. Aquí, se han quitado todo lo que sobraba. Todo lo impostado, la afectación, la simpleza de su sonido, los arreglos del estadio y, sobre todo, la contención. Se desmelenan y se dejan llevar, le meten arreglos que quedan mal, gritan y hacen solos improvisados que se aprecia que podrían no estar ahí originalmente. Volviendo a unos orígenes que, en realidad, nunca fueron los suyos y esto es probablemente lo más interesante de todo: tener la oportunidad de ver a unos Pearl Jam que se hubiesen dejado influenciar por esa parte de Green River que dejaron escapar en Mudhoney y que aquí, se prodiga en tantos temas y tan diferentes que tienes para elegir.
En cuanto a los temas, oscilan según las sesiones en las que nacen. En este sentido, hay algunos que son más prototípicos, como Off He Goes, el primero de todos, aún muy cercano al sonido propio y no demasiado deconstruida. Es interesante porque sienta las bases de lo que terminaría siendo el álbum pero aún no ha dado el paso. En este línea también se podrían enmarcar temas como Smile o In My Tree, que son los temas que peor funcionan por sí mismos, aunque el segundo me gusta especialmente por los arreglos que tiene en su parte final. Estos se complementan con una serie de baladas entre las que encontramos Around The Bend, originalmente una nana, Present Tense o la marciana de I’m Open, que resultan muy interesantes y, por momentos, me recuerdan a ejercicios como el Planet Caravan de los Black Sabbath, no tanto por sonido como por la posición que ocupan en la discografía. También podríamos añadir a esto, Mankind, cuya pulsión pop, en medio de este disco, resulta bastante desconcertante y extrañamente agradable. Sin embargo, para mi, la mejor parte la encontramos en la reinterpretación del rock de garaje que representa Lukin de forma muy explícita, pero también temazos como son Hail, Hail o Habit. Ahora bien, la verdadera joya la encontramos en Who You Are, una canción llena de verdad, que evoluciona imparable hacia su final, añadiendo capas y transitando influencias orientales a medida que va avanzando. Esta canción me recuerda mucho a la BSO de Into the Wild y me hace sentir como en casa. En definitiva, todo este disco me hace sentir cosas, cosas íntimas y muy personales. En uno de esos universos que comentaba, hay uno en el que este No Code no es vilipendiado y catapulta a los Pearl Jam que molan a lo más alto porque este disco es una pequeña maravilla oculta y merece muchísima más atención.
He querido despedirme de este paseo por la escena de Seattle, con este disco que funciona como epitafio de todo aquello. En 1996, ya no quedaba casi nada y el mundo se adentraba poco a poco en la edad oscura del Nu Metal. En ese contexto de cambio y de transformación, Pearl Jam quisieron evolucionar en otra cosa, les salió muy mal y en el camino nos dejaron su disco más sincero, más real y, para mi, más inesperado. Solo una banda que tiene cosas que decir, y muchas, es capaz de marcarse algo tan extraño como No Code. La pena es que el fracaso de este disco truncó muchos de los caminos que aquí se esbozan y que nunca fueron. Por suerte nos queda No Code, que no me cansaré nunca de recomendar. Para mí, despedirme con este disco, además, es una declaración de intenciones y una enorme enmienda a todo mi propio imaginario al negar a los Pearl Jam canónicos y abrazar sin reserva su disco menos representativo.
Para la semana que viene:
Weezer (Blue Album) (1994) - Weezer
Coriky (2020) - Coriky
Dust (1996) - Screaming Trees