tinkernet vuelve a la carga. Han sido muchos días, lo sé.En el último mes, se me ha juntado todo y he estado un poco desnortado. Primero fueron las fallas, luego las pascuas y, bueno, las rutinas y el discurrir de los días me ha ido alejando de esto. Además, he estado bastante dedicado a la configuración de mi nuevo servidor, que es algo que me tenía muchas ganas de hacer. A raíz de una conversación con un compañero del Discord de
, descubrí que podía tener las prestaciones de un NAS de Synology de casi 400€ por muchísimo menos dinero, en mi caso concretamente la mitad. La contrapartida, lo sabía, era el tiempo que tendría que dedicarle no solo a la configuración, también a entender cómo funcionan y la mejor manera de sacarle el jugo a mi nuevo cacharro. Al final, por suerte, no fue para tanto y mi mini ordenador HP de 100€ (al que hay que añadirle otros tanto por el HDD y el OS), ya ha tomado el relevo del viejo Synology y se ha convertido en el centro de todos los medios digitales de la casa. Aunque aún queda muchísimo margen, tanto de mejora, como de prestaciones, todo parece funcionar correctamente y no he tenido ni un solo problema hasta la fecha. Si alguien está dudando en dar el paso, es algo que nunca dejaré de recomendar y de animar a hacer. Se puede hacer barato, sencillo y sin renunciar a (casi) nada. Yo, en lo personal, no puedo estar más satisfecho, así que gracias a mis incitadores.Dicho esto, no voy a mentir, he experimentado cierto cansancio con respecto a mis informes semanales, especialmente a la hora de redactarlos. Lo que empezó siendo un mero entretenimiento, un ejercicio de registro sincero y honesto, se estaba empezando a convertir en un tipo de contenido que no quiero ni consumir, ni producir. tinkernet, trata de trastear, de probar, de analizar y de sentir los productos culturales que comentamos y que tratamos. Ese es su sentido y el espacio en el que tiene sentido que nos reunamos alrededor de un disco y hablemos de lo que encontramos cada uno. Esa es la conversación que a mi me interesa, aunque no se dé de una forma bilateral. De todas maneras, a partir de ahora, el chat y los comentarios estarán abiertos por si alguien quiere comentar algo y yo, estaré encantado de participar. Este espacio no pretende ser un sitio de prescripción o de descubrimiento. La gestación de este proyecto se encuentra muy ligada a la idea de hacer colectivo algo que es tan individual y propio como la escucha de un disco. Para mí, en la base misma de tinkernet, se esconde la voluntad de aportar mi granito de arena a la divulgación de la experiencia de escuchar música y no tanto, o nada, con la de prescribir discos. Para eso, hay sitios y autores mucho mejores que este lugar y que yo. No me cansaré nunca de recomendar a
a que para mi representa todo un baluarte que trasciende lo musical, pero hay otros tantos que, aunque sean peores que , también realizan un trabajo notable, os invito a indagar y buscar cuales son vuestros favoritos.Por tanto, tinkernet se va a volver a basar en el análisis y el relato de la experiencia de escuchar discos. En todas aquellas emociones que un disco puede despertar en una persona y en acompañar, o invitar a ser acompañado, en esa actividad tan placentera que es la escucha activa de música. El poner todos tus sentidos en esos pulsos eléctricos que emanan del amplificador (o el altavoz) y posicionarse frente a ello con conocimiento de causa. En buscar el origen de un tipo de sonido concreto o analizar la genealogía de un grupo, con la voluntad de comprender qué es lo que está sonando y, sobre todo, por qué han decidido que suene así. En términos generales, me seguiré pegando a la actualidad, porque es lo que más interés despierta, también a mi, pero, como siempre, emprenderé nuevos y emocionantes caminos hacia detrás. Lo que a mi me interesa no es el disco, es el artefacto que representa, como hemos llegado a él y que es lo que nos deja para el futuro, si es que hay algo a lo que asirse.
Le he estado dando muchísimas vueltas a la manera en la que vamos a materializar esto. Al final, no deja de ser una pequeña foto fija de un proceso en constante movimiento y transformación. La premisa inicial, basada en el análisis de la lista de last.fm siempre ha funcionado regular y muy lejos de lo que yo esperaba que fuese. Me gustaba mucho la idea de tener un registro para ir comentando y que este, además, fuese completamente inconsciente e involuntario. La idea, en realidad, es muy interesante aunque nada operativa. Al final, discos que he estado escuchando menos, me resultaban más significativos y otros que, o bien erán más largos, o bien me habían llamado más la atención, obtenían una sobrerrepresentación y luego no sólo eran menos interesantes, es que jamás les volvía a prestar atención. Es el caso, por ejemplo, de la dupla entre Adrianne Lenker y Waxahatchee, de la que salió victoriosa la primera, aunque la representación se la quedó la segunda. En definitiva, todo esto para explicar que he decidido dejar de seguir la lista de lastfm. A partir de ahora, pretendo conformar una biblioteca de discos que sea dinámica y, poco a poco, vaya dando cuenta del paso del tiempo.
La idea consistirá en plantear, todas las semanas, qué discos entrarán en la biblioteca. Dado que las novedades se anuncian con anterioridad, es fácil programar una lista que sea previsible. Es bastante probable que, durante la semana, se vayan añadiendo otros más antiguos e inesperados, dando lugar al factor sorpresa e involuntario que tanto apreciaba del otro modelo. Todo esto, sin perder de vista que puede pasar que me centre en alguno que ya tuviese y que, por la razón que sea, ha vuelto a llamar mi atención. Estos últimos, normalmente entraran en una categoría que dará cuenta de los discos que se quedan o que, definitivamente dejaré marchar. La variable de una biblioteca, aunque sea digital, tiene una serie de cuestiones frente a las que posicionarme me permite ser mucho más sincero y honesto conmigo mismo. La pregunta: ¿Te lo vas a quedar?, es importante en la medida en la que ese disco, ese espacio, tiene un valor físico real, una materialidad, y no, por tanto, se trata de una figura líquida y difuminada. Se materializa en una carpeta existente en un lugar real y no únicamente en un nombre resaltado en blanco en una lista de reproducción. Mi biblioteca de Bandcamp, por ejemplo, aunque solo entren discos y nunca salgan, seguirá siendo la medida de todas las cosas al añadir una capa más: Además de quedartelo ¿Pagarias por ese disco? Si la respuesta es que sí, son aquellos discos que tienen 4 o 5 estrellas en RYM y que van construyendo todo mi imaginario personal. Son discos con los que conecto emocionalmente de una forma intensa y profunda.
Perdonad un poco el rollo, pero necesitaba volver a poner las cosas en orden. Entrando en materia, la semana #16 ha tenido un tono algo crepuscular, como de fin de algo. Aun no tengo muy claro que, puede que solo sea el invierno, puede que no. El caso es que he dedicado mi tiempo a tomar algunas decisiones importantes, en especial relacionadas con el mi futuro más inmediato y eso siempre está bien. En lo musical, he estado volviendo a la parte del metal que más me gusta y todo gracias a Slift y su tremendo Ilion, del que ya he hablado aquí. Volver a sentir esas emociones a golpe de riffs eléctricos, está siendo uno de los grandes revulsivos de este 2024, en el que parece que los grandes próceres de la parte menos metálica del metal se han despertado. No en vano, tanto Melvins, como High on Fire, sacan disco mañana viernes. El caso es que estas semanas, he estado escuchando metal y me ha encantado volver a ello. Es curioso cómo, a veces, la madalena puede ser, sencillamente, un pesado y repetitivo riff de guitarra. Ahora bien, no todo ha sido metal. La otra gran revolución la han protagonizado unos Vampire Weekend que, con su tremendo Only God Above Us, me han demostrado que son, sin atisbo de duda, uno de los mejores grupos de su generación. Only God, es ya uno de los grandes discos del 2024, aunque yo he tenido una epifanía muy intensa con su debut. Por una cuestión de prejuicios y desconocimiento, no le presté ninguna atención en aquel lejano 2007 y hoy, ya siendo consciente de todo lo que es, he encontrado en su propuesta una capacidad única para ensanchar la base referencial de mi propia cosmovisión musical y esto es algo que se puede decir de muy pocos discos.
La lista de los 10 primeros discos que van a componer esta biblioteca, son estos:
#01: Monster Magnet - Dopes To Infinity (1995)
#02: Cindy Lee - Diamond Jubilee (2024)
#03: Death Cab for Cutie - Transatlanticism (2003)
#04: Slift - Ummon (2020)
#05: High on Fire - De Vermis Mysteriis (2012)
#06: High on Fire - Death is This Communion (2007)
#07: High on Fire - Snakes for the Divine (2010)
#08: Vampire Weekend - Modern Vampires in the City (2013)
#09: High on Fire - Blessed Black Wings (2005)
#10: Vampire Weekend - Vampire Weekend (2007)
Les voy a adjudicar un id, con la voluntad de intentar construir un mapa pero puede que con el tiempo deje de tener sentido. Iremos viendo. A continuación, voy a comentar algunas impresiones de algunos de estos discos.
#01: Dopes to Infinity (1995) - Monster Magnet
Aun recuerdo, en el 2000, cuando escuché por primera vez un disco de Monster Magnet. Era el God Say No, el disco que sacaron aquel año. Me pareció un completo horror. No quiero decir que el disco sea malo, que todo puede ser, quiero decir que a mi me pareció un horror. Tanto que decidí ponerles una cruz e ignorarlos para siempre. Era muy poco probable que aquel grupo, que sonaba a hard machacón, con querencias algo heavies, aunque con muy buenos riffs, todo sea dicho, llegará nunca a hacer nada que me pudiese interesar. Pues bueno, al igual que con Vampire Weekend y otros tantos, estaba equivocado.
Antes de continuar, es importante mencionar que yo no soy demasiado fan del metal y menos aún del heavy y el hard. Es algo que me cuesta bastante y que suele tener un efecto desastroso en mi interés. Si el metal me llama la atención, si me atrae en algún sentido, que lo hace, es solo porque existen grupos que tienden a disfrazarse de metaleros, aunque no lo sean y utilizan determinados elementos, como podrían ser los riffs, los tempos pesados y lentos o la repetición de determinadas cadencias y lo mezclan con otras cosas, como la velocidad del punk o la psicodelia. Monster Magnet, tiene mucho de esto y en Dopes to Infinity brillan por su calidad y su saber hacer.
Aunque para mí, el disco tiende demasiado al hard y a veces se me hace un poco cuesta arriba, se ha convertido en uno de los grandes refugios de este año. Su Stoner Rock, fuertemente influenciado por la psicodelia setentera, es bastante canónico y, aparentemente, poco interesante. No hay aquí la vocación más pop de Queens of The Stone Age o el componente más pesado, heredado de Black Sabbath, que encontramos en Kyuss o en las bandas de Sludge. Monster Magnet suenan mucho más brillantes, en todos los sentidos. No obstante, la calidad de los desarrollos, las filigranas en los riffs y el perfecto equilibrio que construyen entre la contundencia y el mantenerse accesibles justifica de sobra cualquier atención que se le preste. No es ya que Negasonic Teenage Warhead sea un temazo mayúsculo, es que temas como Ego, the Living Planet, demuestran que estamos frente a una banda increíble en una de las cimas de su carrera.
Es muy poco probable que me de por indagar más en la carrera de Monster Magnet, pero este Dopes to Infinity se quedará siempre cerquita de mi porque me encanta.
#02: Cindy Lee - Diamond Jubilee (2024)
https://music.youtube.com/watch?v=_LJi5na897Y
Este disco ha tenido un recorrido de lo más fulgurante. De estar colgado en una página de Geocities y disponible, entero, en Youtube, al BNM de pitchfork. A veces, se dan este tipo de fenómenos y gente que se sitúa en los márgenes, en este caso el exintegrante de Women Patrick Flegel, conquista el mainstream durante un breve periodo de tiempo para, justo después, volver a caer en la irrelevancia. Para mi, este es un poco caso. Su propuesta, es interesante y, en mi opinion, nos sitúa un poco en lo que está por llegar. Parece que el juego de la nostalgia se va a saltar la parte del revival garagero de los primeros dosmiles y vamos a ir directos al lo-fi. Por lo que sea, hay muchas más ganas de esto. Es posible que el zeitgeist, las múltiples crisis en las que nos encontramos sumidos, empuje en esa dirección y permita una conexión emocional real entre la crisis de 2008 y el hoy. Para mí, tendría mucho sentido, aunque creo que no será Diamond Jubilee el que marcará el inicio.
El disco es un esfuerzo encomiable por parte de su autor, un ejercicio sincero de canciones bonitas e interesantes, pero adolece de uno de los peores pecados que puede tener un disco: es demasiado largo. Sus casi 2 horas de duración implican, necesariamente, que contiene canciones que están de más. Esto es así. En dos horas, hay canciones que sobran. Otra cosa diferente es si quieres jugar con esto o no. Para mi, Diamond Jubilee se complica la vida en exceso y no merece las dos horas de mi atención que reclama. Lo que tiene de bueno, que es bastante, no compensa la falta de arrojo y los momentos menos inspirados del disco que le lastran demasiado.
Actualmente, ha salido ya de la biblioteca y tengo serias dudas de que vaya a volver, aunque sea el número 1 de los discos de 2024 según RYM.
#03: Death Cab for Cutie - Transatlanticism (2003)
Todos los años, al menos un par de veces, me acuerdo de este disco y, religiosamente, vuelvo a él. Vuelvo, porque siempre tengo la sensación de haberme perdido algo importante y porque siempre experimento la pulsión de escucharlo. Hay algo en este Transatlanticism que me resulta verdaderamente atractivo, aunque debo confesar que me ha costado muchísimo entender el qué y, sobre todo, el porqué. Si bien es cierto que, en general, se trata de uno de los grandes totems de los primeros dosmiles y representa un verdadero cruce de caminos, lo que lo hace grande de verdad es un poco más esquivo y requiere un poco más de conocimiento para ser apreciado. En concreto, he llegado después de sumergirme de lleno en la obra de American Football y de Slint, de los que son algo deudores, en mi opinión. Especialmente de los primeros.
En el momento de publicarse, el influjo del canónico In the Aeroplane Over the Sea brillaba con fuerza y a su calor, se dio un prolífico giro hacia un folk un tanto sui generis. Este será el caldo de cultivo para una miríada de bandas de lo más interesantes y el contexto en el que se inscriben Death Cab for Cutie. Sin embargo, Transatlanticism suena a algo diferente. Si, es verdad que hay un deje de americana y que existe una querencia algo indie, pero la manera en la que captura la ansiedad y la melancolía resultan tan interesantes como únicas ¿De donde vienen esos desarrollos tan desgarrados y, a la vez, tan contenidos? ¿Porque parece, en todo momento, que el conjunto está a punto de partirse en mil pedazos? Para mí, la necesidad de conocer la respuesta es lo que le otorga al disco una entidad especial.
Lo que lo hace diferente y tan interesante es, precisamente, su clara vocación midwest, siendo uno de los elementos que más lo separan de las bandas de la época. Aquí, se apropian de la sofisticación de American Football y lo llevan a un terreno en el que brilla con luz propia y adquiere nuevas texturas que le dan un color tan diferente, como inconfundible. Lo he disfrutado todas y cada una de las veces que lo he estado escuchando y espero seguir haciéndolo mucho tiempo.
A lo largo de todos estos años ha entrado y ha salido periódicamente de la biblioteca pero creo que, actualmente, es uno de esos que me gustaría tener a mano para cuando quiera volver a él, porque es algo que, estoy seguro, ocurrirá más pronto que tarde.
High on Fire - #05: De Vermis Mysteriis (2012) #06: Death is This Communion (2007) #07: Snakes for the Divine (2010) #09: Blessed Black Wings (2005)
Los pongo todos juntos, por no hacerlo demasiado largo y porque no creo que todos merezcan ser reseñados de la misma manera. Aquí, nos encontramos frente a una de las bandas más importantes de la escena del sludge metal, a la que me he referido en innumerables ocasiones y de la que yo soy un firme devoto. Además, he tenido la oportunidad de verlos en directo y siento una unión muy especial tanto con esta banda, como con todas las que surgieron de la disolución de Sleep. En concreto, High on Fire recoge de estos, que son mucho más complejos en todo, esa fórmula tan característica que consiste en empezar, directamente, en lo más alto y mantenerse todo el rato ahí arriba dilatando las canciones. De esta forma, poco a poco, avanzan por un torrente eléctrico que va adquiriendo diferentes formas y generando diferentes texturas lo que le va aportando una belleza esquiva y nada evidente. A lo largo de mi vida he vuelto, sistemáticamente, a este tipo de melodías, tanto de High on Fire, como de los propios Sleep o Queens of The Stone Age, Om y Torche. Ya he dicho que no me gusta el metal, que lo que me gustan son las bandas que se disfrazan de metal y aquí, tenemos a una de las mayores especialistas en la materia. Todo esto, para decir que me cuesta mucho analizar estos discos de una forma objetiva y discernir entre ellos, no obstante, no todos son igual de interesantes.
Su disco más famoso, y el que goza de una mayor aclamación, es el Death is This Communion, que es del año 2007 y, probablemente, el culmen de una de sus cimas. Aquí, es donde consiguen sonar a lo que ellos quieren sonar de una forma más contundente y mejor engrasada. Brilla todo en él. Las canciones son apabullantes, avanzan sin piedad, de 0 a 100 desde el primer segundo y se mantienen allí arriba construyendo una tremenda maraña de sonidos que a veces se acelera, a veces se frena y otras discurre colgado de una cadencia lenta e inexorable pero siempre con una furia desafiante. Si alguien está interesado en entrar, este es uno de los mejores puntos de entrada. Sin embargo no es su disco más interesante desde el punto de vista creativo ya que se dejan las partes que más enriquecen su sonido en pos de una claridad de concepto que a mi juicio simplifica demasiado su propuesta.
En Snakes for the Divine (2010), tras el éxito del anterior, pretenden retomar algunos de los elementos que les habían hecho grandes y caminar hacia nuevos territorios algo fuera de su zona de confort. Así, se acercan a una reinterpretación íntima y muy personal del hard rock y el heavy, aunque aún muy pegados al doom, como una especie de reverso oscuro del disco de Monster Magnet, dando lugar a un sonido que, si bien es ágil, no termina de encontrarse. De esta forma, en muchos momentos parecen querer sonar a Motorhead, pero no son capaces de llegar a ningún lugar, quedándose atrapados en su propio sonido. Para mi, es uno de los menos interesantes, fundamentalmente porque no termino de ver claras sus intenciones y el ejercicio de redefinición me resulta un tanto burdo. No se va a quedar en la biblioteca, aunque merece un poco de atención.
De Vermis Mysteriis (2012), por otro lado, es probablemente mi segundo disco favorito de High on Fire. Aquí, sí que parecen tener las ideas mucho más claras y sus intenciones más trabajadas. De esta forma, se deshacen de buena parte del hard y retoman algunos de los elementos que más éxito les había dado en anteriores entregas, para abrazar el hardcore y ese espíritu punk, en forma de thrash cargado de riffs potentes y desatados, que les late en el fondo de todas las capas de ruido para el deleite de propios y extraños. Es un disco fiero, fresco y veloz, en el que se les ve cómodos y en el que, en un nivel creativo, conjugan toda una serie de elementos estilísticos que siempre les ha definido como grupo y les ha hecho funcionar de una forma maravillosamente buena. Volveré a él en el futuro aunque requiera un poco de preparación mental, porque es un deleite.
Sin embargo su obra cumbre, la que para mí reúne todo lo que me gusta de High on Fire, es sin duda el Blessed Black Wings (2005). Aquí están espléndidos y en plena efervescencia y se les nota. Tienen hambre y son capaces de conjugar todo lo que les definirá en el futuro con una claridad de ideas que tardarán en recuperar. Este disco es capaz de unificar, en un único artefacto, lo mejor de la tradición del punk y el hardcore, de la mano de un inspiradisimo Steve Albini y lo mejor de la incipiente escena sludge. Suena tan apresurados y desnortados como lo hace el punk más guarro, Albini y su economía de medios comprime todos los elementos en la producción y termina opacando el conjunto, convirtiendolo en una suerte de humo negro del que, de vez en cuando, se van desgajando unos riffs que nos recuerdan que todo esto, en realidad, es un disco de Doom Metal. Este diálogo entre el hardcore y Black Sabbath, es algo mil veces hecho y aquí, adquiere un cariz completamente diferente al entrar desde el lado más pesado. Dedicarle el tiempo que requiere para ver como las canciones se van desarrollando y transformando una y mil veces a lo largo del pasar de los minutos, para mi, convierten a Blessed, no solo en uno de los mejores discos de esta banda, también en una de las obras más atractivas e interesantes de toda la escena del sludge metal. Es un álbum de esos que definen un género en sí mismo. Sirva la canción homónima: Blessed Black Wings como prueba del nivel de la banda. Volver sobre él, estos días, ha tenido un significado muy profundo y creo, he recuperado algunas sonoridades que he echado mucho de menos. No es que se vaya a quedar, es que ha reclamado el sitio que siempre tuvo que tener.
Vampire Weekend - #08 Modern Vampires in the City (2013), #10 Vampire Weekend (2007)
Cerraré este primer informe con Vampire Weekend y dejaré a Slift para la semana que viene. Si bien es cierto que este último ha entrado en la biblioteca, no le he dedicado casi nada de tiempo, sobre todo porque High on Fire tomaron mis sesiones por asalto. Ahora bien, quería dedicarle unas líneas a Vampire Weekend porque, sinceramente, estoy absolutamente in love con este grupo. Todo empezó con la publicación de Only God Was Above Us, su último disco, hace un par de semanas y, desde entonces, estoy completamente obsesionado con ellos. Hasta entonces, en términos generales, no me resultaban demasiado interesantes y creía que no habría demasiado para mi en su obra. Como tantas otras veces estaba equivocado, aunque no tanto como suele ser habitual.
Su disco más celebrado, el Modern Vampires in the City (2013), ha sido la piedra angular alrededor de la cual ha ido girando mi relación con el grupo y ese ha sido siempre mi error. No es que el disco sea malo, tiene algunos temas que son absolutamente maravillosos, como por ejemplo Diane Young, es que no me gusta. En primer lugar, no soy especialmente fan del pop y más concretamente con expresiones pop como la que practica Vampire Weekend. Tiendo a percibirlas como superficiales y algo maniqueas. Entiendo que a otras personas les resulten bellas, lo son, pero en este caso concreto no le encuentro ni sentido, ni gracia a esa belleza. Modern Vampires in The City es un disco que presenta una emocionalidad con la que no conecto para nada y que utiliza una serie de códigos que no me interpelan. Las pocas canciones que aprecio del disco, como la citada Diane Young o Hannah Hunt, es porque las he ido escuchando sueltas en algún random de toda la biblioteca. Puede ser que, a fuerza de escucharlas todas, de forma descontextualizada le pille el punto, pero por ahora es un disco que no me despierta ningún aprecio.
Sin embargo, cuando publicaron su último disco me acerqué, motivado por el hype y el interés que había despertado y caí rendido a sus pies. Only God Was Above Us es un disco mayúsculo, uno de los firmes candidatos a discos del año. Todo en él es increíble, emocionalmente rico y musicalmente atrevido. Temas como Hope, Gen X Corps o Mary Boone, ponen de manifiesto una capacidad creativa fuera de todo cuestionamiento. Encontrarme ante semejante maravilla, me llevó a cuestionarme seriamente mis impresiones. Y así, aterricé a su disco debut.
En principio, nada de lo que hay en él debería interesarme. Es un disco de pop, con tintes africanistas y una voluntad algo petarda, eso que llaman música de niño rico y que tanto enciende a la gente. Sin embargo, me encanta. Me encanta hasta el punto de considerarlo, sin atisbo de duda, su segundo mejor disco después del monumento que es Only God. La cuestión, para mí, radica en que este disco es uno de esos raros artefactos que, con su propia esencia, son capaces de ensanchar la base referencial de quien lo escucha. En su propia concepción, la introducción de sonoridades tan lejanas e interesantes como podría ser el soukous, hacen de él un documento único y, sobre todo, muy disfrutable. Si hay algo que aprecio en la vida son los discos que tienen la capacidad de sorprenderme y de llevarme a universos atractivos y desconocidos y Vampire Weekend, con su debut, lo hacen de sobra, lo hacen de sobra. Si tuviese que compararlo con algo, no disfrutaba tanto de un disco tan fuera de mi zona de confort desde que escuché los acordes de Remain in Light.
Para la semana que viene:
#11: High on Fire - Cometh the Storm (2024)
#12: Melvins - Tarantula Heart (2024)
#04: Slift - Ummon (2020)
Ps: El de Pearl Jam, ni siquiera lo voy a comentar.